29 de abril de 2020. Miércoles.
ÁNGEL BLANQUÍSIMO
Tres batas blancas, en el cielo. Casa Sacerdotal. Murcia. |
-Hoy,
día 46 del confinamiento, un sol victorioso inunda el cielo. Es la alegría de
la luz. La que va de allá para acá en el pájaro que salta de árbol en árbol, cantando,
dialogando con las ramas y la hojas. Y con el cielo. El pájaro pía, y el árbol y
el cielo le contestan con silencios, silencios que el pájaro entiende. Abajo,
las enfermeras –antes del coronavirus salían en gavilla, ahora una o dos–, con
mascarilla y guantes, liberan su ansiedad a la puerta del Hospital Reina Sofía.
Alguna fuma un cigarrillo, supongo que para que sus miedos y sus dudas se
deshilachen con el humo y huyan de su cabeza. Son como los ángeles, que están
pero apenas se ven; solo aparecen cuando llevan la comida o la medicina al enfermo,
o dicen su nombre, y hola, y entonces el enfermo despierta de su sueño
calcinado por la soledad y habla, y a lo mejor sonríe. Es el mal cruel e insensible
de este virus: la soledad en que deja al enfermo y su muerte. Sin una palabra
de consuelo a la que aferrarse, sin una mirada; solo, quizá, Diario, la palabra y la mirada de la
enfermera que permanece a su lado, como un ángel blanquísimo (18:39:41).