PERRILLO FALDERO
El niño y la nieve, o la luz y la vida. Pärnu. Estonia. F: FotVi |
-Leo la prensa, veo la tele, oigo la radio, comento con un amigo del cuarto y todo es pesimismo, tristeza, como un apagón de la esperanza. Es la noche de la desilusión, del abismo. Como si nos hubieran dicho: «No hay mañana». Todo es negación, miseria, abatimiento; no veo nada que vuele un poco más alto de nuestros miedos, de nuestras carencias, no hay paloma que resista tal desplome de ideales, de sueños, que eleve el vuelo con tal peso de pesimismo –plomo– en sus alas. Rebrotes del coronavirus, la vuelta al cole, las residencias de ancianos, las mascarillas, los ojos y las palabras robotizadas pronunciadas tras el antifaz parecen ser la única perspectiva de vida. Sólo las manos dudosas, y los pies, que, a veces, caminan a trompicones, parecen estar activos. Es éste, tiempo de dudas, de equilibrios de funambulista. Pero yo, a pesar de todo, me ato a la esperanza, Diario; soy su perrillo faldero: donde ella vaya, allí voy yo, sin condiciones, sólo por poder soñar y decir que aún soy libre, y que oigo el silencio de la gracia, como un concierto de Dios (18:33:22).