viernes, 28 de agosto de 2020

 28 de agosto de 2020. Viernes.
PERRILLO FALDERO

El niño y la nieve, o la luz y la vida. Pärnu. Estonia. F: FotVi

-Leo la prensa, veo la tele, oigo la radio, comento con  un amigo del cuarto y todo es pesimismo, tristeza, como un apagón de la esperanza. Es la noche de la desilusión, del abismo. Como si nos hubieran dicho: «No hay mañana». Todo es negación, miseria, abatimiento; no veo nada que vuele un poco más alto de nuestros miedos, de nuestras carencias, no hay paloma que resista tal desplome de ideales, de sueños, que eleve el vuelo con tal peso de pesimismo –plomo– en sus alas. Rebrotes del coronavirus, la vuelta al cole, las residencias de ancianos, las mascarillas, los ojos y las palabras robotizadas pronunciadas tras el antifaz parecen ser la única perspectiva de vida. Sólo las manos dudosas, y los pies, que, a veces, caminan a trompicones, parecen estar activos. Es éste, tiempo de dudas, de equilibrios de funambulista. Pero yo, a pesar de todo, me ato a la esperanza, Diario; soy su perrillo faldero: donde ella vaya, allí voy yo, sin condiciones, sólo por poder soñar y decir que aún soy libre, y que oigo el silencio de la gracia, como un concierto de Dios (18:33:22).

jueves, 27 de agosto de 2020

27 de agosto de 2020. Jueves.
MANDO A DISTANCIA

Manando la fuente. Las Palmas. Gran Canaria. F: FotVi

-Me lavo las manos una vez y otra, como si las tuviera llenas de bichos maléficos mirándome airados. Las manos, lugar de bendición, lo pueden ser también de maldición. Jesús curaba tocando (y mirando); Eva, por el contrario, pecó al alargar la mano y hacerse con la fruta prohibida, y morderla. Las manos, pues, ejerciendo de artesanos, de orfebres de la voluntad. El pensamiento alienta a la voluntad, y ésta a todo el ser, como si fuera un mando a distancia de los ojos, de las manos, de los pies, de los sentimientos; los sentimientos: o los estremecimientos del alma. Doy gracias por mis manos y por poderlas lavar: hay quien no tiene manos, ni agua para lavarlas. Me conmovió ver una foto de una niña –no más de cinco años–, en África, frotándose las manos bajo el agua de un grifo público, con una sonrisa más alegre y musical que el agua con que se lavaba. También por la pandemia. «El agua y la niñez –pensé–: o la pureza y la vida». Sosteniéndose ambas como con alas de mariposa, en un vuelo total hacia el infinito; un vuelo incierto, zigzagueante, quizá, pero ascendente, y donde, al fin, el Dios de la bondad acoge y regala el agua de la felicidad: el Amor para siempre (13:05:57).

miércoles, 26 de agosto de 2020

26 de agosto de 2020. Miércoles.
LA MOCHILA DE DIOS

Pensándose ir al cole. Murcia. F: FotVi

-El otoño está a la vuelta de la esquina, y, agarrado de la mano, lo acompaña el coronavirus, como el niño que, muy formal, se dispone a ir a la escuela. El covid no se ha marchado: se ha instalado en nuestras vidas como el cepillo de dientes o el espejo en el que Sánchez –presidente, coronado– se mira para quererse. Se quiere tanto, se gusta tanto, que parece un niño comiendo palomitas de maíz. (Ay, cómo crujen y saltan al hacerse). Nuestros niños volverán a la escuela con el miedo de los padres en su mochila. Libros y miedo por igual en la mochila, y en los ojos, y en el distanciamiento con los otros niños, y en la pregunta retraída al profesor. Nos dijeron –los sabios– que con el sofoco del calor, el virus se moriría. Y no ha sido así; ha rebotado con más fuerza, aunque menos letal. Dicen. Empiezo a no creer en los sabios de la tierra, aunque los respeto. Creo más en la sabiduría de Dios, que no causa espasmos, ni escalofríos, ni miedos, y, sin embargo, es más estable, dinámica, libre. Cojo el miedo de los padres y lo meto en la mochila de Dios, para que Él, Diario, decida lo mejor: lo mejor para Candela y sus amiguitos, los otros niños del mundo (12:41:08).

martes, 25 de agosto de 2020

25 de agosto de 2020. Martes.
NADA, APARIENCIA

Mirando el más allá. Rías. Galicia. F: FotVi

-Miro por la ventana y no veo moverse a los árboles, están quietos como espadas. Y pienso: «Serenos los árboles; y el sol, poderoso y encendido, en el cielo: calor a la vista». El sol como ascua errante, quemando agosto, sin piedad. Y nosotros, dentro de agosto, chamuscándonos con él. Como granos de maíz en el tostadero. Pero somos granos de maíz que piensan, ríen, lloran, escriben, leen, rezan, tienen sentimientos, siempre: en el calor y en el frío, en la soledad y en la fiesta, cuando rezan o maldicen, cuando la vida les sonríe o les hace llorar. Pero el sentimiento, para que encaje en la realidad, hay que pasarlo por el filtro de la razón. Con la razón se discurre, se piensa, se atan cosas o se desatan, se toman o se descartan Platón o de Descartes, Dios o su Contrario; es decir, la razón te ayuda a discernir, a desentrañar lo que ves y lo que oyes, a considerar si puedes morder la manzana o no, a inclinarte por el bien o por el mal. En esta hora del coronavirus, de la tragedia, se acusa a «cierta» juventud de irresponsable, de caótica, de no aceptar las normas de convivencia que nos impone la sensatez. ¿Pero quién ha educado a esa «cierta» juventud para la generosidad, para la privación, para la vida inmolada que hace a los fuertes, a los atletas del espíritu, para poder decir «hasta aquí llego; de aquí no paso?». Si «cierta» sociedad está enferma, desarreglada, «cierta» juventud también lo estará, ofuscada, Diario, sin horizontes, sin una utopía a la que tocar; es decir: sin la capacidad de ver Luz allí donde los más ven nada, apariencia, sólo exterior (12:23:16).

lunes, 24 de agosto de 2020

24 de agosto de 2020. Lunes.
ALELUYA ESPECIAL

Elevando la mirada. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Esta mañana he visto un vencejo que cortaba, veloz, el cielo nublado que lo sostenía. Ver al vencejo volando, cuando se han marchado todos los demás, ha sido como un aleluya especial para mis ojos. Iba a ponerme a rezar y el vencejo me ha inspirado: «dejaré mi oración en sus alas –me he dicho– y que con él suba hasta lo más alto, y, si es posible, hasta la tienda donde Dios habita. Y que allí respire y hable, y escuche». Escuchar a Dios en los silencios hermosos que, a veces, te tocan. La oración y el vencejo; o la oración y el vuelo. Como el incienso. «Que mi oración suba hasta ti como el incienso», canta el salmo 141. Y es que, en ocasiones, los gestos son tan importantes en la oración como las palabras: como el de abrir los brazos con las manos vueltas hacia arriba; o como el del ciego, que extiende los brazos y, como dice Leopoldo Panero, los hace «anchura y alegría», y roce, y certeza al andar. Visión. El gesto es la palabra hecha signo, la letra callada que habla, la imagen sin sílabas que eleva. Hoy he rezado Laudes, Diario, y, mientras decía las palabras, he pensado en todo lo que es ascenso: en el vencejo, en el incienso, en el globo del niño, en el árbol, en la nube, ¡en tantas cosas! (19:15:04).

domingo, 23 de agosto de 2020

23 de agosto de 2020. Domingo.
CONATO DE LÁGRIMA

La Virgen Niña aprende a leer. Las Palmas. G. Canarias. F: FotVi

-El 5 de agosto –recuerdo– escribía: «Me visita la alegría». La causa: la llegada de mis sobrinos Paqui y Javi, con Candela, la encargada de mirarlo todo con fascinación, con ojos grandes y avaros de ver cosas tras la mascarilla. Ayer fue lo contrario: Vinieron para despedirse, y los ojos, tras la mascarilla, expresaban pena, con un conato de lágrima en Candela. Conato solo, porque en seguida volteaba la mirada y la ponía en otra cosa: en una paloma que pasaba o en una avispa que la rondaba golosamente. Se fueron, y quedé con mi soledad: que, desde hace años, es mi compañía más íntima y fecunda, en la que se dan cita lo espiritual y lo que es materia, lo lírico y lo prosaico, lo que asciende más allá de las nubes y lo que queda aquí abajo; es decir, la vida: o ese polvo de estrellas que piensa, que lee, que escribe, y que, tratando de hallar a Dios en la página que lee o en los silencios que van dejando las cosas en mí, luego de tratarlas y amarlas, cree. Hoy me han preguntado en ese ejercicio de comunión que es la Eucaristía: «¿Quién dice la gente que soy yo?». (Hablaba Jesús). Y ando en reflexión, pensándomelo, porque no quiero decir lo que dice la gente: que si un profeta, que si esto o aquello, confundidos, unos airados y alguno melifluo; deseo, como Pedro, dar una respuesta mía, en la que vaya mi corazón, y mi ser. Y en ello estoy, Diario; quizá diga lo que Pedro: «Tú eres el Mesías, el que salva». Quizá: me gustaría (12:00:45).

sábado, 22 de agosto de 2020

22 de agosto de 2020. Sábado.
SILABEANDO A DIOS

La oración de la Naturaleza. Salinas de San Pedro. F: FotVi

-Frente a las diversas ideas, posicionamientos, desencuentros, etcétera, hay algo en la fe que nos une y que es abrazo y celebración y gala: la oración. La oración es palabra y silencio, y susurro y contemplación, y mística y ascética, y, en algunas ocasiones, simple mirada; mirada que, por la fe, suele tocar y sentir, en la intimidad, la claridad de Dios. Dios es claridad, porque es amor. A Dios se le puede tocar en la luz del amor al prójimo o en la destello de la amistad con lo más humilde de la creación: con la furia tranquila del espacio o con «el cántico interior» de la piedra, como dice Claudio Rodríguez. La oración es los que une a todos los seres de la tierra, sean creyentes o no; es el bello y eficaz recurso frente a la fragilidad humana. Ante las adversidades, los primeros cristianos no huyeron, sino que juntos rezaron. Y «de ahí obtenían –dice el Papa Francisco– valentía y unidad». No quejarse, sino rezar, por todo y por todos. También por los gobernantes, para que dejen sus vanidades y simplezas personales y de partido y se centren en lo fundamental: en salvar a la gente, que sufre la obscenidad de una pandemia, con la mascarilla y el gel de agua alcoholizada a mano, y también, Diario, con una oración en la boca, quizá, silabeando a Dios, y diciéndole: «¡Padre, ayúdanos!» (18:21:20).

viernes, 21 de agosto de 2020

21 de agosto de 2020. Viernes.
ARMA ARROJADIZA

Mirándose en el espejo del mar. Los Alcázares. Murcia. F: FotVi

-El espejo es, en la intimidad, el arma arrojadiza más letal contra la mentira. El espejo es el niño inocente y travieso que siempre dice la verdad. Los ojos del espejo son infalibles, y tajantes. Nunca engañan, nunca adulan. Espejo puede ser el agua de un estanque, un trozo de metal pulido, los ojos de alguien que te mira. A no ser que los ojos que te miran en el espejo sean tus propios ojos. Entones eres Narciso, que contempla su belleza en el agua de un estanque. Belleza que, al quererla besar, te destruirá. La causa: su vanidad ególatra, la sucia avaricia de sí mismo, su fatua perversión. Narciso cae en el agua –espejo de su belleza– y se ahoga. Es una historia moral y ejemplarizante griega, que aún hoy en día nos debiera servir para corregir humores y tendencias, y veleidades. Yo, en este momento, estoy pensado de un modo especial en un político. No digo su nombre por no verme involucrado en sus manejos y trapicheos, y poder caer con él en el agua –trampa– de sus mentiras. Sólo pido a Dios, que este personaje deje de mirarse tanto en el espejo y se dedique a contemplar en su alrededor, donde la muerte y la pobreza abundan, donde lo peor –la indigencia– está gimiendo, como un niño perdido en una gran ciudad. Menos mal, Diario, que también está la esperanza: manantial de Dios en el que mirarse y del que beber; y, como dice Isaías: «Todo gratis, sin dinero» (11:47:50).

jueves, 20 de agosto de 2020

20 de agosto de 2020. Jueves.
COLUMNA

Columnas en Éfeso. Capadocia. Turquía. F: FotVi

-Estoy terminando de construir una columna en la que escribir o grabar pequeños lances, luces y sombras, de mi vida. Una columna sólida, volátil, que dé la mano a las nubes y, si es posible, se adentre un poco en los cielos y contemple, sin cegarse, su luz. Como toda columna, ésta dispone de un basamento, o lugar donde se apoya, de un fuste, con el que asciende, y de un capitel, donde se explaya la belleza. Se trata de elevarse, como las columnas clásicas, y dejar, mientras tanto, esta tierra tan enferma, tan inhumana, y tan amada, sin embargo. La voy a llamar la columna de la pandemia. O columna de la fe, de la esperanza, del amor. La fe es la gracia, el fundamento, donde la columna instala sus raíces, se aferra para crecer. La esperanza es el fuste, o la fuerza que va empujando a la columna hacia arriba, yéndose de la mediocridad, dejando atrás el barro de la vida, la escoria. Y arriba de todo, el capitel, el Amor, donde arde la luz, donde se entrevé la mano amiga de Dios, vibrando, aconteciendo, diciendo: «Venid a mí los cansados, los agobiados, los que padecéis sed justicia, los descartados, los a cada instante oprimidos; venid, que yo os aliviaré». Con el tiempo, Diario, la columna casi subida al cielo– la voy acabando, con el capitel a medio hacer, pero explayando ya su belleza, su plenitud, su amorosa furia liberadora (18:45:16).

miércoles, 19 de agosto de 2020

19 de agosto de 2020. Miércoles.
UN CÁNTICO NUEVO

Resonancia de Dios, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi


-Siempre que oigo un canto cualquiera, recuerdo el salmo aquel que dice: «Cantad al Señor un cántico nuevo». Después de Bach, de Beethoven, de Victoria, de tantos otros, ¿un cántico nuevo? ¿Dónde, cómo, con qué música distinta? Y empiezo a hilar melodías en mi cabeza, y, antes o después, todas se rompen. Como carámbanos de hielo. No soy músico; pero soy un soñador. Y sueño que podría hacer una música nueva, jamás ideada por nadie, jamás dicha por violín alguno; una música que fuera más allá del himno a la alegría de la 9ª Sinfonía de Beethoven. Y es que, como dice Pilar Martínez, en su libro Dios es Música: «Dios desborda su amor resonando». Y resuena en la Palabra, en la flauta, en el arpa de diez cuerdas, en el viento, en el trago de agua, en el brincar del arroyo; «la música de Dios, está en todas partes», me he dicho. Y he seguido imaginando músicas nuevas, llameantes; músicas portadoras de un «cántico nuevo», celeste. Y esta mañana, desafinando mi oído, hecho árbol y naturaleza, y olvidando músicas celestiales, me ha parecido oír ese «cántico nuevo» que buscaba; y lo he hallado, Diario, en la rechinante y rasposa, y áspera cigarra, donde resonaba la creación y el amor de Dios (19:00:43).

martes, 18 de agosto de 2020

18 de agosto de 2020. Martes.
BESAR LA CLARIDAD

Tocando la claridad. En el tren. F: FotVi


-Cuando falta la vida aquí, en el Planeta Azul, se van a Venus a buscarla –bacterias, esporas, granos de polen–, los expertos, los científicos. Los soñadores, ¿quizá? ¿La buscarán con microscopio o con un detector de metales? Leo en la prensa que con robots, los androides a los que les chirrían los tornillos al moverse y que miran –inquietante, fría mirada la suya– con destellos de luz, impenetrables, sin pestañeo. Y hablan como miran, con palabras de vidrio. Dicen que, en el pasado, Venus fue «un planeta habitable, con ríos, lagos y océanos». Y me imagino a la Venus de Milo, sin brazos, chapoteando en las aguas cristalinas del lucero del alba o de la estrella de la tarde. Todo desmesurado, casi insolente, pero de alto contenido poético, como lo fue en su día el Viaje a la Luna, de Julio Verne. Ensoñación esta, que más tarde se hizo alunizaje, realidad. En días de coronavirus no está de más dar brazadas en las fantasías, en los paisajes sedientos de aventuras de la mente, sumergirse en polvo de estrellas y tocarlo. Pero a mí me ha dado por acercarme a Dios, encarar sus ojos de bondad y pedirle que ponga paz en la Tierra. Que nos salve de nuestros demonios, Diario, especialmente del que ahora nos ataca con más virulencia, el Covid 19, y los sabios que dejen lo de Venus para luego, que tiempo habrá de elevarse y besar la claridad, acariciar esa bella hipótesis de vida en las estrellas (11:09:35).

lunes, 17 de agosto de 2020

17 de agosto de 2020. Lunes.
HORAS PARA VIVIR

Todos eran amigos. Salinas San Pedro del Pinatar. F: FotVi


-Dejó escrito Kalil Yibrán, escritor y poeta libanés: «No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir». Buscar amigos: como el gorrión busca el trigal para picotear en él. Con el amigo no se matan las horas: se recuperan y se reverdecen horas, para que, con ellas, vaya existiendo, echando ramas y hojas, frutos, el árbol de la vida. Es difícil encontrar amigos, la esmeralda, la joya que adorna la vida; pero es fácil perderlos, como se pierde un pez asido con las manos. La amistad verdadera traslada tu yo, tu intimidad más lúcida y abundante, al otro, así como el otro deja en ti su tierra hermosa de sueños y aventuras, para amarla juntos, para hacerla trepidar juntos. «La verdadera amistad llega –dice Erasmo de Rotterdam–, cuando el silencio entre dos resulta ameno». El silencio, esa tonada que solo suele oírse entre personas que tienen el oído atento y limpio de cosas rotas, de melodías falsas. Si oyes los silencios del otro, si los gustas con tu oído sano, sin el ruido dañoso de los prejuicios, es que has encontrado la amistad y la luz celeste de un amigo. Yo te diría, Diario, guarda ese ruido, guarda ese susurro de savia que suena en todos los silencios, porque es la música de un amigo, que, aun en la adverso y aciago, estará en sintonía contigo (12:16:03).

domingo, 16 de agosto de 2020

16 de agosto de 2020. Domingo.
UN SÍ ENORME

Amén excavado en roca. Görene. Capadocia. Turquía. F: FotVi


-Hoy, día del Señor, pienso en el «amén». Esa palabra «aleluyática» y de afirmación en la que se dice un clamoroso y lúcido, humano, a la voluntad del Otro. El amén es un enorme, sin aristas moldeables, rotundo. Y, de ordinario, se suele decir a Dios. El amén es el resumen de todas las cosas bellas y cercanas que le decimos a Dios, y a las que él responde con otro amén. Amén decimos en una oración de alabanza, o en una plegaria de súplica, o en un rezo de ruego de perdón. Y Dios, desde su silencio, nos contesta también con su amén, «lo sé, estoy de acuerdo», nos dice, «te estoy atendiendo». «Así es», dice. Rezamos a Dios Padre, y encaminamos la oración confiándosela a Jesucristo, alentada por el Espíritu. En la oración, sopla el Espíritu, Jesús coge este soplo lleno de palabras –el vocabulario de lo humano, su silabeo– y lo traslada al sitial donde está el Padre, y el Padre, que siempre escucha, dice también «amén», colmando así la esperanza del que reza. Cuando rezamos, ponemos en agitación, Diario, a toda la Santa Trinidad de Dios, que escucha y siempre concede –dice «amén»– a aquello que pide el que reza, llenando así sus manos del trigo de su respuesta, que siempre es amorosa y dadivosa (12:14:03).

sábado, 15 de agosto de 2020

15 de agosto de 2020. Sábado.
PINCELADA DE ESPUMA AZUL

Asunción de la Virgen. Molina de Segura. F. Javi


-La Virgen asciende entre aclamaciones, en asunción azul, hacia el Padre, que, con el Hijo y el Espíritu, forman la Trinidad de Dios. Trinidad familiar y festiva de afectos, de comunión, en la que alientan la vida y la eternidad renovadora, y el amor infinito. (La eternidad renovadora, porque el amor nunca está quieto, siempre está destellando, en contante incendio, en incesante acontecimiento).  La Virgen asciende aspirada, absorbida por Dios. Jesús subió al cielo por su propio poder, impulsado por su divinidad. María es asunta, ascendida, atraída por Dios, que no puede dejar que se corrompa lo que, durante nueve meses, el tiempo de su gestación, había sido casa, rincón sagrado de Jesús, su hogar maternal. En María se gesta lo que había de ser Hijo: del Padre y Suyo; en María Jesús se hace Belén, Nacimiento, lo que hasta entonces había sido profecía, adviento, espera. Ansiedad. Dios la aspira, la inhala, por dar a Luz al que es «Obra de María, pero del Cielo también». «Se nos va, se nos pierde, pincelada / de espuma azul, en el azul sorpresa», cantaba Gerardo Diego, poeta y escultor de bellas imágenes. Se nos va, Diario, pero se queda, como regazo donde reclinar el mundo, y darle consuelo (12:20:20).

viernes, 14 de agosto de 2020

14 de agosto de 2020. Viernes.
TIERRA NUEVA

Tocando el cielo. Catedral. Murcia. F: FotVi


-Me ilusiona subirme a la esperanza y cabalgar sobre ella. Cabalgar sobre la esperanza es hacerte ver, desde el momento mismo en que te fías de sus alas, los cielos nuevos y la tierra nueva de los que habla la profecía del Apocalipsis. Es decir, se abajan los cielos y asciende la tierra, y vuelas, con la esperanza como aleteo liberador. Volar es dejar la tierra y subir, casi tocándolo, al cielo. Tocar el cielo, como se toca el agua, o el silencio, o la cercanía de Dios, con mano temblorosa y ávida. El cielo te da su luz y sus horizontes, su paz y su fertilidad, y su lejanía utópica. Me aventuro por la esperanza, como si anduviera por un bosque donde abundan la risa y los recuerdos, y la paz, y la soledad acompañada. Como dice San Pablo: «La esperanza nunca defrauda»: persigue siempre el optimismo, la claridad del Dios que ama, la otra vida, a la que vas andando en ésta, Diario, como la acequia de agua a la ciudad, para calmar la sed y  hacer florecer la vida (18:01:12).

jueves, 13 de agosto de 2020

13 de agosto de 2020. Jueves.
LA VIDA A TROZOS

Pisadas en el cielo. Murcia. F: FotVi


-Otra vez empieza a preocupar el covid-19, este bicho que nos acosa y parece querer derribarnos. Inmolarnos. Es como si nos fueran quitando la vida a trozos, un pedazo hoy, día 14 de marzo, y otro pedazo mañana, 13 de agosto. Y, entretanto, o el llanto, o la risa, o la oración; pero siempre vivir, no queda otra. Pero eso, sí: vivir con la zozobra y el medio a flor de piel, de lamento. Vivir con miedo es como vivir emparedado: te sabes perdido. Comido y tapiado tras una pared, te ves sin voz, sin visión, solo con el alma a la que sientes irse, dejarte inerte, alejarse de tus sentidos. Ya no hay grito, ni mirada, ni mano amiga que te pueda salvar. Y, sin embargo, rezas. Es lo que le queda al creyente: poner en su palabra una súplica, que salga de ese embalaje y la oiga Dios. Es el clamor expresivo y pavoroso del sufrimiento, donde siempre, Diario, se halla «la huella de Dios». El peso de la cruz anda en esa huella, que la hace honda y, sin embargo, luminosa, hermosa, rejuvenecedora (18:11:03).

miércoles, 12 de agosto de 2020

12 de agosto de 2020. Miércoles.
SE HA ROTO LA MAGIA

Sin vencejos, pero con luz. Esta mañana. Murcia. F: FotVi


-Esta mañana no veo ningún vencejo cortar el cielo azul con su vuelo de cuchillo de alas negras; esta mañana se han roto los sueños que hacían cabriolas en el espacio: se ha roto la magia. ¿Dónde están? Leo que los primeros días de agosto suelen irse a África, volando y volando, sin detenerse, como unos obsesivos y maravillosos habitantes del cielo. Nunca bajan a la tierra, siempre en el cielo. Seguramente volarán a Uganda o Tanzania, cerca del lago Victoria, o a Kenia, a invernar, pero sin dejar de volar. Siempre con la utopía del vuelo sobre sus alas prodigiosas. Llegaron a principios de marzo y se han ido a principios de agosto, llenando los cielos, entre tanto, de hermosos garabatos voladores. Dice Carlos de Prada, ornitólogo, que «el vencejo es una especie de milagro con alas, un milagro viviente, que anida en nuestra mediocre cotidianidad urbana. Una especie de inyección de fuerza, de optimismo… y, por lo tanto, de fe». Ellos viven su fe del vuelo; yo, mi fe en la vida, en la búsqueda de la verdad, en el Dios amante y comunicativo (Joseph Ratzinger), que nos espera al otro lado del vuelo y del cielo azul. Pero también nos aguarda en la tierra, en la que, como dice Emmanuel Lévinas, filósofo judío, se halla, Diario, la «huella de Dios», en la que vive y sufre, y sueña, el ser humano, el Otro, el desvalido, el que carece de apoyo, y al que yo puedo ayudar y trascender, y venerar (11:19:35).

martes, 11 de agosto de 2020

11 de agosto de 2020. Martes.
GRACIAS, CÉSPED

Virgen y árboles con césped. Desde 5º piso. Murcia. F: FotVi


-Desde mi ventana, todo lo veo lejano, en el más allá de mis dedos. Veo el cielo, las nubes, el otro lado del horizonte, todo azul o blanco, pero inalcanzable. Como si mis ojos desearan fundirse con el infinito y descubrir su intimidad: la Trascendencia que habita en él. O el Dios de mi fe. Para cegarme con su luz, abrazarme a su amor, respirar el aliento de su Espíritu. Pero es que desde mi ventana miro también hacia abajo, a lo próximo, y lo veo igual de lejano, inaccesible. Todo está a un vuelo de mí, pero no soy pájaro, ni araña que se cuelgue de su hilo y vaya de lado a lado sin problema, instalándose donde quiere. Ahí abajo están el olivo, la rosa, la frágil florecilla amarilla diente de león, la imponente casuarina – árbol de la música–, o el humilde césped que pisamos sin pensar que alivia el peso de nuestro pie; y al que jamás damos las gracias. El covid-19 nos tiene enmascarados y sin podernos acercar a las cosas, dejando pasar la ocasión de amarlas, de agradecerle, Diario, su presencia, de poderle decir, por ejemplo, al césped: «Gracias, césped, por dejar que te pise, por aliviar el peso de mi pie», algo así. Dar gracias, como el niño, que, antes de dormirse, deja una sonrisa en la nana o palabras que su madre le dice, y niño y madre se sienten así acompañados, amados, en paz (12:24:49).

lunes, 10 de agosto de 2020

10 de agosto de 2020. Lunes.
LLOVIERON ESTRELLAS


Lluvia de estrellas en Pamukkale. Turquía. F: FotVi


-«Lluvia de estrellas por San Lorenzo», he oído decir desde siempre. O «lágrimas de San Lorenzo». Lágrimas y estrellas concuerdan si es el llanto de un joven mártir. San Lorenzo fue martirizado en Roma, ardiendo en una parrilla, en tiempos de Valeriano. El cielo, entonces, lloró con las lágrimas de San Lorenzo, o las lágrimas de San Lorenzo se hicieron estrellas que caían como meteoritos desde el cielo. Es lo que pensó alguien y lo dijo, y, con el tiempo, otros, que lo oyeron, lo hicieron leyenda. Qué hermosas leyendas se forjan en los pueblos: nacen del modo sencillo y cercano, y humilde, de contemplar las cosas y los acontecimientos que les fascinan. Las leyendas no nacen de mentes fatuas ni orgullosas, sino de la arcilla de la sencillez, del barro que hace posible la poesía, como las figuras de terracota de nuestros antepasados. Aquellas que incluso adoraban. Esta es la razón de que haya tanto tristeza y desesperanza en el mundo, Diario: no se crean leyendas que purifiquen las mentes y eleven el corazón, hasta ver caer estrellas como si fueran una lluvia torrencial de lágrimas de San Lorenzo, cerca del día de su martirio (19:08:59).

domingo, 9 de agosto de 2020

9 de agosto de 2020. Domingo.
SUEÑOS QUE ALCANZAR

La belleza del ruido de la savia del árbol. Torre. F : FotVi


-Me gusta el domingo, porque al abrir su abanico de luz, nos habla de vida, de resurrección, de renacimiento. A pesar del dolor. Del cielo cae los domingos, como el rocío, un aleluya, que me da en el corazón y me sube hasta la boca, donde, como un vuelo de palomas, habla, se repite, dice: «¡Aleluya!» Y Dios se pone a la escucha; y, en el aleluya, oye la alegría del mundo, en los seres que alientan y en los de roca y montaña, y en el mar y sus iras. Leí ayer que el escritor cristiano maronita, Kahlil Gibrán, libanés, en su libro El Profeta, escribía: «La belleza es la eternidad contemplándose en un espejo». Sigue la incógnita y el padecimiento por el coronavirus, pero la belleza ahí está, invitándonos a contemplarla, a vivir en ella, a respirarla, a morderla, a hacerla el pan nuestro de cada día. Ejemplos: la mirada de un niño, el cuidado del pájaro por sus crías, el crecimiento sin ruido del árbol (dice Claudio Rodríguez en su poema Música callada: «Madera de temblor, sonando en cada veta / fresca»). Todo nos invita al llanto, al derrotismo, a dejarnos vencer, Diario; pero yo os digo que todavía hay aleluyas que decir, alegrías que contar, con esperanza, con amor, y sueños que alcanzar (12:28:02).

sábado, 8 de agosto de 2020

8 de agosto de 2020. Sábado.
EPIFANÍA DEL LENGUAJE

Alegre la mañana, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi


-Muy de mañana rezo Laudes, en el que se alaba y celebra a Dios y a la vida. Como si cantara el himno a la alegría de Friedrich Schiller, poeta alemán. «Abrazaos, criaturas innumerables […], ¿no vislumbras, oh mundo, a tu Creador?», dice el poeta; y, en Laudes: «Gracias, Señor, por la aurora; / gracias por el nuevo día…» Es alabanza y celebración, o la epifanía del lenguaje por la gracia y la fiesta de vivir. Se están produciendo demasiados rebrotes de la pandemia: el covid-19 anda suelto y nos mira, con su lengua golosa, a cada uno de nosotros. El bicho se relame, y en cualquier momento nos puede agredir. ¿Tan insensatos somos que no tomamos medidas para que no nos ataque? La vida es el don más preciado que tenemos; ni el dinero, ni el esparcimiento, ni el amor, nada hay más nuestro y admirable que la vida; sin ella, todo lo demás sobra, es humareda. Una nube en el cielo de lo posible. A no ser que no te quieras y desprecies a la humanidad; en este caso, eres digno de ser deportado a un lugar solitario, donde no puedas dañar a los demás. Muérete tú solo, amigo, y que te vaya bien; pero olvídate de mí. Es hermosa la vida, Diario, y con Schiller canto: «¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?» (11:41:56).

viernes, 7 de agosto de 2020

7 de agosto de 2020. Viernes.
LA POBREZA GOLPEADA

De la telaraña, se puede escapar. Torre de la Horadada, F. FotVi


-Beirut, o la pobreza golpeada. El Líbano era un país floreciente –la Suiza del Medio Oriente, lo llamaban- hasta que en 1975 dio comienzo la última guerra civil libanesa entre cristianos y las guerrillas musulmanas. Las guerras civiles lo destruyen todo, hasta el alma de los contendientes. Hubo matanzas por ambas partes y se debilitó el poder político, social y económico. Y sobre todo, se resintió la convivencia. La convivencia entre bombas es imposible. Desde entonces, ya no ha habido paz ni armonía entre las diferentes etnias del país. Todo es guerra, desde las miradas hasta las represalias por los ataques que sufren unos y otros: es lo que ocurre cuando en una colectividad se rompe la paz. Es muy difícil, luego, recoger los pedazos y volverlos a recomponer. Y ahora, por la codicia y la corrupción de unos pocos, se ha producido la gran explosión en el puerto de Beirut, la mayor tragedia humana y material, desde la guerra civil libanesa. Todo son escombros, muerte y llanto. El papa Francisco ha pedido rezar por Beirut y por el Líbano; rezar es poner a Dios a la altura de la tragedia, para que consuele y dé fuerza, y, con la paz del que reza, se pueda reconstruir el país. Dios, pues, Diario, a la altura, otra vez más, de la pobreza (11:41:11).

jueves, 6 de agosto de 2020


6 de agosto de 2020. Jueves.
SE ROMPERÁ LA PAZ

Mirad los muros de la patria mía... Quevedo. Gerasa. Jordania. F: FotVi

-Los políticos casi todo lo solucionan o con cortinas de humo o con bombas, que hacen más humo y propician más destrucción. Siempre lo mismo, humo que asfixia y tapa, o bomba que arruina vidas, su belleza y el entorno. Hoy hace 75 años de la primera bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Destruyó sueños y dejó herido el paisaje, mancillado, estéril. Herido de muerte. Las cortinas de humo tapan cosas que el prócer, el líder, el que veranea en un palacete, regalo de Hussein I de Jordania al rey Juan Carlos I y que donó al Patrimonio Nacional, no desea que tengan recorrido. Como en la película El gran McLintock. Baja la hija de McLintock del tren y el que toca la tuba en la banda que ha ido a recibirla se dispone a echar un discurso, en honor y elogio de la muchacha, la más linda, la más sabia, etc., momento en que el tren suelta sus humos y borra el discurso y todos reímos. En la triste España de hoy, el protagonista es el humo, que no es nada y lo es todo. Las mentiras, los desmanes, los muertos por la pandemia, los rebrotes, el caos económico, la pobreza empobrecida, la calumnia, todo se cubre con el humo que echan las televisiones y otros medios de masas. Ahora, Diario, la humareda es el rey emérito, mañana será la iglesia, al otro, la república, y, volviendo al Valle de los Caídos, beberemos la decepción y se romperá la paz, e iremos recogiendo sus pedazos del suelo, para recomponer otra vez el puzle, si es que hay libertad para hacerlo, y valor, y el espíritu sabio y generoso que hubo aquella vez, en la Transición (18:57:19).

miércoles, 5 de agosto de 2020


5 de agosto de 2020. Miércoles.
ME VISITA LA ALEGRÍA

Orquídeas, belleza familiar. Torre de la Horadada. F: FotVi


-Ayer, llamaron a mi puerta, y, al abrir, vi que me visitaba la alegría. Fue una alegría expresada con miradas: los besos se guardaban tras la mascarilla. La alegría tenía nombres y se movía en cuerpos jóvenes, dos adultos y una niña, niña de ojos grandes que miraba todo con asombro. Mientras se miran las cosas con asombro, con fascinación, como preguntando, y esto y aquello por qué, se sigue siendo niño. Y la inocencia acampa en sus ojos, como un destello, como una luz que saliera del interior y se expresara en la mirada, y allí deslumbrara. Ayer abrí la puerta y me dio la alegría de la presencia de los míos en los ojos, y rio en mis manos, y caminó por las palabras. Ayer, en la puerta, Paqui, Javi, mis sobrinos, y Candela, mi sobrina-nieta, con un abrazo virtual y el amor total de su presencia; todo, exultante, pero con precaución y mascarilla, y Dios, Diario, alentando la alegría (11:21:59).

martes, 4 de agosto de 2020


4 de agosto de 2020. Martes.
DECAYÓ LA CÓLERA

Nos mira la muerte. Cartagena. Ruinas. F: FotVi

-Yo digo, hoy, con Francisco de Borja: «Juro no más servir a señor que se me pueda morir». Lo grandes de la tierra se mueren o por el ocaso del poder o de muerte natural. Francisco de Borja era caballerizo mayor –título real de alto prestigio– de la muy bella y juvenil Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos V. Como caballerizo mayor, tenía el privilegio de ir a caballo junto a la carroza de la reina. Pero murió la reina -36 años- y fue encargado de llevar su cadáver desde Toledo a Granada, donde sería enterrada junto a los restos de los Reyes Católicos. Al abrir el ataúd para constatar que era el cuerpo de la emperatriz, le llegó la decepción de la descomposición. La belleza de la emperatriz se había convertido en un intrincado laberinto de gusanos depredadores y sucios. Es lo que ha pasado con el rey Juan Carlos I; de la noche a la mañana, la grandeza se ha transformado en miniatura, en ilusión rota, en vejez que huye. Yo, sin embargo, lo respeto, no por haber sido rey, sino por ser persona, con virtudes, con defectos. ¿Quién se libra del defecto, de la lacra, de la mancha? El que nos los tenga, Diario, que tire la primera piedra; y todas las manos se detuvieron, confundidas, y decayó la cólera, y cayó el telón (18:28:06).

lunes, 3 de agosto de 2020

3 de agosto de 2020. Lunes.
18 CUMPLIDOS

Puente en Sevilla. Plaza de España. F: FotVi

-Con mis años –muchos: 18 cumplidos–, juego a bailar; y bailo con las ideas, las palabras, el lápiz. O las ideas, las palabras y el lápiz bailan conmigo y me dicen cosas; cosas que, recreadas, quedan escritas en el papel, como un testamento de vida. En mi caso, es el ordenador el que hace de lápiz, de orquesta: el que estimula el baile. Este es el consejo que me dio una de mis lectoras, que, además de leer, piensa. Y en eso estoy: danzando con el lenguaje para sacarle, si puedo, sus esencias, desvestirlo y entrar en el interior de sus secretos, de sus silencios, de los manantiales que esconce, de sus entrañas, y hacer que hable, y, al hablar, conseguir que diga luz, perdón, encuentro, risa, agua, llanto, niño, mar, ave, inocencia, vuelo, soñar, puente, Dios. Para, de este modo, Diario, poder vivir en la esperanza que aletea, en la fe que fortalece, en el Amor que, a cada instante, se está dando (18:12:38).

domingo, 2 de agosto de 2020

2 de agosto de 2020. Domingo.
NEVADA AL REVÉS

Nacida en el desierto. Pamukkale. Turquía. F: FotVi

Hemos pasado de julio a agosto montados sobre la bestia del coronavirus. Sin puentes ni pasarelas, como volando, pero con los pies ensangrentados y dubitativos en la tierra. Nos duele la pandemia, y sus consecuencias. Peor para los pobres, que siempre son los que pagan el pato, siendo así que son inocentes. Hoy, en la liturgia de la iglesia católica, se celebra la fiesta del pan partido y multiplicado. El gozo de las manos que partían y partían y nunca faltaban ni pan ni peces, como un nuevo maná caído del cielo; maná que esta vez brotaba de la tierra, como un manantial, como una suerte de nevada al revés. Y al partir se hacía posible el milagro: lo que partías se iba de unas manos a otras manos, y la gente reía y lo celebraba, repartiendo a la vez entre sí. Compartir. Siempre ocurre: si partes y repartes, se hace más grande el pan y con menos espinas el pescado. Que lo digan las familias numerosas, que lo digan Caritas y otras ONG, que con poco han hecho el milagro de que haya mucho, para partir y repartir, Diario, para iluminar la pobreza (18:09:49).

sábado, 1 de agosto de 2020

1 de agosto de 2020. Sábado.
MIS AÑOS DE NIÑO

Calor en Murcia. F: FotVi


-Noche calurosa y con el sueño prendido al alfiler ardiente de la temperatura. Dabas una vuelta en la cama y el bochorno te esperaba al otro lado, como la boca de un lobo que te fuera a morder. Y pensaba en mis años de niño, cuando no encontraba un lado en la cama que me aliviara del calor del otro. Sudaba y daba vueltas en el lecho, sin poder hallar el sueño, el dulcísimo elixir –bálsamo– de la noche. Entonces eran tiempos de pobreza, tras una guerra. Éramos niños de ir a la escuela, de jugar a la guerra en la Plaza Vieja en Molina, de pasar hambre, y de rezar antes de comer el trozo de pan de harina de panizo, que tragabas casi sin masticar. Y luego a dormir, en la hoguera del calor. Anche pensaba en los niños de ahora, que, sin guerra, viven en la pobreza, sus padres se han quedado sin trabajo, quizá con un pedazo de pan que morder, pero con un calor terrible que no entienden y por el que lloran y dan vueltas y vueltas en la cama, hasta que llega la madre y poniéndoles un paño mojado en la frente los redime del horrible calor. Anoche, Diario, no me dejaban dormir ni el calor, ni el pensamiento de estos niños de la pobreza, que no pueden dormir y lloran, y quizá no tengan más consuelo que el de la madre que, con un paño mojado, los vaya a consolar (18:42:56).

viernes, 31 de julio de 2020

31 de julio de 2020. Viernes.
PAISAJE AMENAZANTE

Calor en Vigo. FotVi

-El calor nos empequeñece, nos hunde, nos hace percibir el paisaje como algo amenazante, que nos agobia. Solo los vencejos, tras darle de comer a sus crías, tienen la facultad de salirse del calor subiéndose a las alturas (2.000 metros o más) y dejando abajo el incendio. Debe ser emocionante contemplar la ciudad desde arriba como una maqueta, invadida por hormigas, los humanos, que echa humo. Con los vencejos no va ni el coronavirus ni el calor, ellos son los ángeles que escapan del fuego de todos los infiernos de la tierra. Esta mañana he pensado irme con ellos, allá arriba, pero no había nubes a las que agarrarme, y, ellos, aunque me han invitado, no tenían fuerzas en sus alas para izarme hacia lo alto. «¡Tan cerca de Dios!», he pensado, y me he quedado, mirándolos elevarse, con la miel y la oración en los labios, y un ápice de sana e inocente envidia en los ojos. Tocar a Dios, Diario, como el que toca las trascendencia y queda a la espera de que rompa sus silencios, y llene mi fe de sensibles y emotivas noticias (12:03:20).

jueves, 30 de julio de 2020

30 de julio de 2020. Jueves.
PALMEANDO EN LOS EUROS

Castillo de Vlak Draculea. Drácula.


-Ayer fue un día muy caluroso, pero nos divertimos mucho con el circo de la tele. «¡¿Cómo están ustedes?!», gritaba el cómico. Y todos, niños feroces, los ojos redondos como monedas, exultantes, gritando: «¡Bieeen!» Y aplausos, y risas, y a pesar del virus, codo con codo, sin guardar distancias, sin respeto a la audiencia, felicitándose, pero con mascarilla. El aplauso se ha convertido en el modo obsceno de disimular el drama. Aplaudimos, y la muerte, confundida con el elogio, se disuelve, como un azucarillo, en el café de la ignominia, de la afrenta, del «mito», del relato. Los que tienen el sueldo asegurado, palmeando en los euros, los que cobran a fin de mes, sin esforzarse, solo con el aplauso al jefe, cómico y funambulista extraño. El Señor de los Anillos abre la boca y al punto, en vez de palabras, le salen murciélagos, que los suyos ven como palomas que picotearan aplausos en sus manos. Cada vez que se abra el Congreso, Diario, prepara unas palomitas, una Coca-Cola, y, con ojos de niño como monedas, disponte a ver el circo ante la tele, será, tristemente, muy divertido (18:27:58).

miércoles, 29 de julio de 2020

29 de julio de 2020. Miércoles.
POBREZA EMPOBRECIDA

Maternidad, familia. Logroño. F: FotVi

-En este verano trágico a causa de la pandemia, lo siento por la pobreza sin trabajo. O la pobreza empobrecida: la desgracia del pobre. Sin trabajo, en la casa del pobre, se rasgan todas las coordenadas del vivir en paz. Se agrían las miradas y las palabras, y los gestos, y los afectos, y se rompe el amor. Y roto el amor, es muy difícil lañarlo, recomponerlo, hacerlo viable para que transite por él otra vez la convivencia; es decir, la armonía matrimonial o filial, la paz doméstica. Aunque hay casos de matrimonios, que, a causa de la pandemia, han salido fortalecidos, y la adversidad los ha hecho fuertes en la fidelidad y en el afecto, en el hallazgo de sus defectos, iluminándolos, y en la claridad de las virtudes tantas veces oscurecidas por la monotonía de su visión. Yo rezo por los pobres empobrecidos, por los que se levantan por la mañana y ven sus manos ociosas, sin nada que hacer, y los hijos con hambre, y sin paz la casa. Rezo y lloro por ellos, pues me veo en su pellejo, en su injusta pobreza, en su desamparo cerrado, en su vida sin horizontes ni mañana, todo llanto y frustración; yo, rezando, Diario, invito al pobre empobrecido a confiar en que el mañana será mejor, que se abra a la esperanza, que, como decía mi madre en situaciones parecidas, Dios nunca falla (12:29:12).