11 de marzo de 2021. Jueves.
ESTALLIDOS DE BELLEZA
ESTALLIDOS DE BELLEZA
-Hoy, día de azules, de verdes, de sol, de palomas. Es un día de
estallidos de belleza. Ayer subió hasta mi estudio el olor, suave y con
cadencia de aria musical, de yerba cortada. Segaban el césped en el jardín. Cortar
el césped es como hacerle la cirugía estética al forraje en el jardín. Se le
poda un poco de acá, para que renazca, febril y niño, balbuciente, iluminando, allá.
Es el renacer de la crisálida, que de un estado quiescente –gusano– en el
capullo, nace –con vuelos y libertad en sus alas– mariposa. Es la belleza retocada,
modelada por el maravilloso orfebre de la naturaleza, que hace joyas tan perfectas
como las perlas en la ostra o las galaxias en el firmamento. Es la factoría
siempre activa y luciente de Dios, que todo lo que toca lo hace belleza,
seducción, gracia. Es, como diría Leibniz, la fuerza de Dios en la naturaleza. Sin
embargo, queda todo oscurecido por los andrajos tóxicos de la pandemia, los
contagios y mortalidad fieros que produce, su daga perversa que se clava en
todo: sociedad, economía, política, sueños, familias, cultura, libertades. Todo.
Pero al otro lado, el de los sueños, el de la voluntad de vivir, de obrar, el
de los poemas, hay otro edificio sostenido por columnas talladas de fe, de esperanza, de amor. Edificio altísimo; o torre inversa a la de Babel. Aquella
torre confundía, desvanecía amistades, liaba –enredándolas– lenguas, palabras; por
el contrario, esta otra torre cuenta con la mano y la fuerza de Dios, que la
sostiene y la adorna, y la aploma, y la deja que surque hasta el infinito, sin
horizontes, sin puertas, libre, siempre con un más allá al que dar alcance, y
en él, Diario, hallar el descanso, la serenidad infinita, la plenitud (11:42:38).