16 de febrero de 2021. Martes.
ROSA DE LOS VIENTOS
ROSA DE LOS VIENTOS
-Me santiguo, y en la señal de la cruz –de norte a sur, de este a oeste,
¿no os habéis fijado: un inmenso abrazo?– van todos mis deseos y esperanzas, mis
sombras y mis luces, y el racimo de cosas que cada día pido a Dios, como que
nos proporcione el pan de cada día para el pobre, y la paz para los que andan
siempre en guerra, contra sí y contra la humanidad: los de corazón fogoso y atribulado,
los perseguidos por la injusticia de sí mismos. La cruz me libra de prejuicios, de malas
inclinaciones, y disuelve el odio en mí; es el gel hidroalcohólico de la vida del
espíritu, el que limpia, purificándolo de cualquier mota o vaho, el cristal del
alma. Es el dedo que señala, durante el día, la dirección a seguir. Lo aprendí
de mi madre; ella decía: «Me santiguo por la mañana para hacer huir al demonio,
y por la noche, para atraer a Dios a mis sueños. Así vivo sin demonios durante
el día y con Dios por la noche». ¡Maravilloso! Santiguarse es bendecir en ti,
en tu frente y en tu pecho, el día que empieza, día que llegará a la tarde
y que descansará en la noche. Siempre con Dios, como rosa, Diario, de todos los vientos por donde va y viene el amor (17:15:49).
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