28 de marzo de 2021. Domingo.
HUMILDAD ENJOYADA
HUMILDAD ENJOYADA
-Hoy, con Jesús, el olivo y la palmera celebran su día grande: en las
manos de los niños, y en sus voces, serán hosanna y bendición, grito festivo, esplendor
vegetal. Jesús entra a lomos de un borriquillo en Jerusalén; es decir, a lomos
de la humildad. Así la humildad se viste de solemnidad, se engalana; pero sin
dejar de ser humildad, aunque sea humildad ataviada. O como la novia del salmo:
humildad enjoyada. Jesús, pues, montado en el borriquillo de la profecía de
Zacarías, que anunció: «Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a ti,
humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila». Jesús, que viene
a salvar lo perdido, lo apartado, lo dejado de lado, lo primero que salva es la
humildad, y la pone en lo alto de la columna del templo de sus
bienaventuranzas. Como capitel de las mismas, donde descansa el edificio todo, inamovible y liberador, del evangelio. Y desde entones es bienaventurado el
pobre, la niña de 2 años, Nabody, muerta al llegar en patera a Canarias, el
leproso, el calumniado, el ciego, la mujer que va a ser apedreada, el ladrón
que le mira desde su cruz y le pide ser acogido, el que se niega a sí mismo y le
sigue, eligiendo el camino de la misericordia, de la piedad, del amor... Ahí está, como
dice la profecía, el rey, que, humilde, viene montado en un asno,
salvando lo condenado por la soberbia y la falsedad: la hipocresía del
mundo. Hoy, el olivo y la palma, con el niño que las hace vibrar, salen al
encuentro de Cristo, que viene a librar la batalla definitiva entre la vida –la
luz–, y la más pavorosa debilidad –la muerte–. Pero sabemos, Diario, que vencerá le
Vida; lo sabemos y se nos llena la boca –ya desde ahora–, de ¡aleluyas!, que son
el ¡hosanna! –«¡portones alzad los dinteles!»– de la resurrección (17:52:07).