sábado, 27 de marzo de 2021

 27 de marzo de 2021. Sábado.
ALFABETO DE LA VIDA

El sol, esta mañana, apareciendo. C. Sacerdotal. Murcia. 

-El sol sale: como expuesto –reservado– en una custodia de oro, y bendice la tierra; y lo hace desde la bóveda del cielo, para que su bendición sea amplia, más abrazo universal, más lluvia solar. La pequeña brizna de césped en el jardín o la luna en el cielo, pueden quedar tranquilas: tendrán luz suficiente para fascinar al poeta o al pintor. Ellas serán objeto del pincel y causa del poema; es decir, raíz de la sorpresa, de esa sacudida interior luminosa, celebrativa, que precede a la obra de arte. En ellas, silabeará la gracia. Esta mañana rezaba yo en Laudes: «Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio»; pero Dios se me ha anticipado y me ha dado el sol, que ha abierto su racimo de luz –palmera frondosa, con dátiles– y me ha llenado de vida, con un poco más de amor por todo. Conviene rezar; pues, de pronto, se te pueden abrir los ojos y llenártelos de cosas fascinantes, bellas, que hasta ese momento, por ser cosas cotidianas, monótonas, repetidas, quizá te podrían haber pasado desapercibidas, como distraídas, con luz de candil. Y es que como decía San Agustín: «Es muy difícil en la vida que uno aprenda lo que cree ya saber». Puede ser este un modo de oración humilde, rendido, que te disponga cada mañana a ser discípulo de todo, para poder aprender de todo, como el niño, Diario, que empieza a deletrear –a gustar– con perplejidad, el alfabeto de la vida; de este modo: ¡la a, alabanza!; ¡la be, bendición!; ¡la ce, comunión!; y así todo lo demás, como un verso amable de Dios, que te abra el día (11:31:24).

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