29 de mayo de 2020. Viernes.
ANHELO DE AUXILIAR
Todavía hay esperanza. Murcia. F. FotVi |
-El voluntariado es una vocación que salta del
corazón a las manos y, de éstas, al anhelo de auxiliar, de ayudar. Es una
vocación solidaria, de fraternidad. Se da en toda clase de personas: sencillas y
de más títulos o haberes. Pero a todas las mueve, en momentos difíciles, el
deseo aliviar el dolor y la desgracia. Yo las he conocido en mi ministerio
sacerdotal: sacrificadas, inusitadamente creativas, y siempre, y a cualquier
hora, disponibles. En Javalí Viejo, en San Pedro del Pinatar, en los Alcázares,
en San Blas. Podría dar nombres; pero no lo haré: serían muchos los resaltados,
pero dejándome alguno injustamente. Ellos, los voluntarios, son los que forman
la santidad doméstica, la de cada día, la que, sin alardes, hace santa e higieniza
a la Iglesia. Es la santidad que celebramos el día de todos los santos: la
santidad de al lado, como la llama el Papa Francisco. Es, para la Iglesia, como
la pizca de sal en el arroz, el terrón de azúcar en el café, las gotas de limón
en el marisco. Los voluntarios son la gracia de Dios en este mundo tan
desabrido y con tanto sufrimiento e infamia, con tanto olvido y lejanía. ¡Cómo
os recuerdo, amigos míos voluntarios, santos de Dios en cualquier lugar donde
me he cruzado con vosotros! Ahora, Diario, rezo por ellos –como moneda de Dios,
abundante y fecunda– por tanto como me dieron cuando lo daban a los otros: el
prójimo (11:26:01).