13 de mayo de 2020. Miércoles.
SALTAR DE ESTRELLA EN ESTRELLA
Tuve hambre y me disteis de comer. San Blas. La Ribera. F: FotVi |
-Me despierto y miro al cielo. Un azul terso y
agresivo, con alguna nube que embellece la decoración. Las nubes son el algodón
con que el cielo, tal vez, se desinfecta cada día de este coronavirus invisible
y matón. El cielo es un lugar de consolación, en estos tiempos de desgarros. Mirar
al cielo puede ser el principio de todos los sueños que desees emprender. Yo,
cuando no sé qué soñar, miro al cielo y enseguida me viene un sueño al que agarrarme
para irme más allá de las nubes y saltar de estrella en estrella, hasta caer en
el mar de la tranquilidad, y renacer en él y vivir. Pero el bicho sigue ahí,
mordiendo y haciendo daño. El único consuelo que nos llena de luz y de
esperanza es el de gran número de voluntarios que están haciendo posible que
muchas personas sobrevivan, aunque sea arrastrando su infortunio, como pobres
de una sociedad saciada y derramadora. En lugares como Jesús Abandonado, Cáritas,
Cruz Roja, y otros Centros Asistenciales, se remedian los oscuros abusos de la
injusticia. «Bienaventurados los pobres», dijo Jesús; y también: «bienaventurados
los que luchan por la justicia», porque de ellos es el Reino de los Cielos. Ahí,
en esos dos sencillos postulados de las bienaventuranzas está todo el contenido
del evangelio. ¿Recordáis? «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino…, porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». Es todo tan sencillo; porque «en
verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me
lo hicisteis». Todo lo que hacemos a un «abandonado», Diario, se lo hacemos a «Jesús
abandonado»: tan claro, como morder un trozo de pan recién horneado y sentir placer por el bocado (19:17:00).
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