lunes, 11 de mayo de 2020

11 de mayo de 2020. Lunes.
CON UN MOSQUITO

La libertad que ríe, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FoTvi

-Tras una lucha sin cuartel con un mosquito, despierto enfangado de insomnio. Me daba media vuelta evitando al guerrero y, a poco, oía otra vez su violín perturbador y continuo, como la voz de la serpiente a Eva en el paraíso. El mosquito insistía y yo me perdía bajo las sábanas. Hasta que he despertado. Vencedor, pero cansado. Entonces he recordado que hoy, después de 56 días de confinamiento, iba a pisar la calle por vez primera. Y el pasillo de mi piso, y aventurarme en el ascensor. Y me he hecho una gavilla de nervios. Es algo así como la primera comunión de un niño angustiado. De pronto he caído en que no sabía ponerme la mascarilla, ni los guantes de látex. Pero he preguntado al enfermero y, solucionado el problema y respirando miedos tras la mascarilla, me he puesto en marcha hacia la barbería. Por fin he podido respirar el aire de la calle. Y de este modo, me he reconciliado con el zureo de las palomas y he sabido y gozado de los pasos que daba: «¡Son mis pasos, libres!», me he dicho, con alborozo; pasos que oía al pisar las hojas como agujas de los árboles casuarina que festonan la calle, enormes, enhiestos, ahí clavados. Como espadas de ilusión, tocando el cielo. Después de una mala noche, Diario, un buen día de libertad, cerca de la gente, en la calle otra vez. Es decir: Dios, y la gente, más cerca de mí, o en mí, tocando conmigo la esperanza, respirando, por fin, con mascarilla y guantes, aires de libertad (18:30:49).

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