24 de mayo de 2020. Domingo.
ASCENSIÓN, DESCENSIÓN
Dios desciende entre aclamaciones. En avión. F: FotVi |
-Hoy, día de la Ascensión, Jesús –Dios y hombre–,
en vez de ascender, desciende a la tierra y se hace tierra, tierra donde el
dolor y la esperanza se dan la mano y aguardan, y sueñan. Una vez más Dios se
hace humanidad, llanto; humanidad que él
habita e ilumina, e intenta salvar. Dios –hoy– no asciende; Dios –hoy– desciende,
para consolar al que llora en este valle de lágrimas y dar la mano al que gime,
al que llama a su puerta. La tierra que, a causa de la injusticia, siempre ha sido
un valle de lágrimas, hoy lo es más por la enfermedad que la asola. La
injusticia se ceba en la pobreza, solo en ella; la pandemia, por el contrario,
asola todo lo que toca, es como una mano negra que emborronara con furor todas
las cosas. La pandemia, pienso, es el resultado trágico y último de todo lo
malo que sucede en el mundo, por culpa del hombre. Pero Dios viene, desciende,
se hace descensión, y llora con el injusto y con el que padece la injusticia. Llora
al tiempo que da una lección: no hagas a tu hermano lo que no te gusta que te
hagan a ti. Y, como una madre, sigue consolando, limpiando lágrimas aquí y allá,
levantando al que ha caído, señalando el camino al que se ha perdido, ayudando y proporcionando posada al caído a la orilla del camino. Hoy
Cristo desciende del cielo entre aclamaciones: el hijo del Hombre, al son de
trompetas. Ascensión, descensión, Diario, qué maravilla (19:13:15).
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