3 de mayo de 2021. Lunes.
TODA POESÍA ES RELIGIOSA
TODA POESÍA ES RELIGIOSA
-Dijo Dámaso Alonso, poeta y filólogo, que «toda poesía es religiosa». Y
lo es, en cuanto canta y dice la obra de Dios, o como «belleza» o como «desgarrón».
Es belleza: el río que corre por el valle y lo riega y lo llena de risas de
verdor y vuelos de armonía. Es belleza: el asombro de un niño ante el hecho de
la luz, que le deja ver sus dedos y, ante la realidad de sus movimientos, reír
y gorjear, su dulce parloteo al aire. Es belleza: el poder escribir este verso:
«Os juro por las rosas, que habrá mayo». (José María Fernández Nieto). Es desgarrón:
la blasfemia, cuando, el ser humano envuelto en la oscuridad del misterio, no
halla salida a su deseo de ver, de tocar, de saberse redimido, y lo paga con
aquello que niega o no ve. Odia a Dios, y, en su desesperación, maldice. Es desgarrón:
el odio en la palabra, consecuencia de un corazón herido –sin vínculos espirituales–
y que se desangra en la boca, injuriando. Es desgarrón: el haber escrito estos
versos: «He preguntado no sé cuántas veces / pero nadie contesta mis preguntas.
/ Es absolutamente necesario / que el abismo responda de una vez». (Nicanor
Parra, poeta, matemático e intelectual chileno). Sin embargo, así imploraba Carmen Conde,
poeta cartagenera: «Y si es a ti a quien busco, / ¿por qué no te me ofreces de
un sorbo?» Dios está o en el hallazgo del Amado de San Juan de la Cruz, no
obstante la noche oscura, o en el lenguaje a veces lascivo y tenebroso de
Arthur Rimbaud, siempre enfebrecido. El que al final de su vida escribió: «No
teniendo ya a aquella que amo, ¡abrazaré la fe!» Es verdad, Diario, lo sostenido por
Dámaso Alonso: que toda poesía –ya haciendo alabanza, ya blasfemando– es
religiosa. Pues Dios está, como inspiración o destello, en el instante del acto
creativo, aunque, a veces, quien recibe el don ignore su presencia; o, por
soberbia, la desprecie (13:06:02).