17 de abril de 2021. Sábado.
FEMINISMO CREADOR
FEMINISMO CREADOR
-El cielo, al amanecer, es una página en blanco, que el sol va
escribiendo con sus letras de luz y sombras. Parece que el frío, metidas las
manos en los bolsillos de su encogimiento, empieza a huir de sí mismo. Dos
vencejos hacen cabriolas –se deleitan– en lo alto. Veloz maravilla. Y yo, desde
la luz de Santa Teresa de Jesús, contemplo la gloria de Dios. 50 años hace que
el papa Pablo VI, un 27 de septiembre de 1970, proclamara a la Santa mística y
reformista, doctora de la iglesia. Como la misma Santa decía, Dios necesita,
para «tiempos recios», como los que vivimos: «amigos fuertes», de corazón
llameante y generoso, sin lagunas de debilidad. Fortaleza que se logra con la
oración; pues la misma Santa –indica el papa Francisco– advierte a sus monjas,
«que la oración no es para experimentar cosas extraordinarias, sino para
unirnos a Cristo». «Y el signo de que esta unión es real y verdadera –sigue el
Papa– son las obras de caridad». E insiste el Papa: «La audacia, la creatividad
y la excelencia de Santa Teresa como reformadora son el fruto de la presencia
interior del Señor… Son los santos quienes permiten que el mundo avance». Porque
ser santo no es embeberse en Dios, deleitarse en sus gozos, sino, además, crear
con él espesuras de amor que calmen los llantos y hagan nacer, como brotes
nuevos, alegrías inéditas. Y de su mano, copiando los dichos de su boca, decir
palabras tan hermosas como: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado». Así,
palabras libres, Diario, palabras sin excusa, concluyentes, con tanta cruz e
indulgencia, que no cesan de manar amor, y misericordia, y gloria, que elevan y salvan lo
más pobre de la tierra (11:47:25).
Teresa de Cepeda y Ahumada debió ser un torbellino que, impulsado por la divinidad, revolucionó el Carmelo con la ayuda de "el medio fraile" Juan de la Cruz, un corifeo de la literatura mística de nuestras letras.
ResponderEliminarCómo la conoces, José María, efectivamente fue un torbellino de fe y de ciencia -sin ciencia- contemplativa, y de cambio, que, con "el medio fraile Juan de la Cruz", revolucionó, caminando y escribiendo, el Carmelo, agrietado por los años y la fe acostumbrada, hasta hacerlo revivir descalzo a una vida nueva y liberadora, consagrada. Es el regalo de la santidad, José María, y de un feminismo distinto y creativo, y forjador de ideales.
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