jueves, 15 de abril de 2021

15 de abril de 2021. Jueves.
MORDER LAS PALABRAS

Bignonia en la lluvia, sola. T. de la Horadada. F: FotVi

-Llueve y hablo con mi soledad, que tanto me acompaña. No es queja, es el resultado de ir aprendiendo a convivir y a conversar con ella. Si dialogas con tu soledad, las palabras que le digas te salvarán. Cuando rezo y leo, lo hago con voz elevada, para así ahuyentar el silencio con que me cerca soledad. (Un silencio, sin embargo hermoso, en circunstancias de amor y contemplación, de plegaria). Cuando ando en soledad, muerdo un poco las palabras y más tarde las sereno al rozarlas con la lengua para que suenen sin estruendo, con armonía, y así me acompañen. Morder las palabras y que griten, y rozarlas luego con la lengua, para que parezcan un galanteo, un beso diluido. Por algo Montaigne, escritor y filósofo francés, dijo: «Soledad: un instante de plenitud». Plenitud, si el que la vive –hay que vivirla, hallarla, intentar redimirte en ella– la hace abundancia en vez de carencia, búsqueda en vez de resignación, hallazgo en vez quebranto. Y, en todo caso, hacer a la soledad –contigo–, amiga de un buen libro, para, que juntos, los tres  –tú leyendo y él leyéndote, y ella oyendo–, te pueda salvar y no te destruya. Salvemos, pues, Diario, la soledad que escucha, que a tu lado lee, y, con ella, redimamos a la otra soledad lejana y triste, la que olvida, la que a veces llora, dándole así también la credencial de amiga y redimida, de liberada en ti (12:18:13).

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