24 de julio de 2021. Sábado.
LOS JUEGOS RÍEN
LOS JUEGOS RÍEN
-Desde su techo de barro, el cielo nos llueve calor. Como si arrojara
brasas encendidas. 41º nos anuncian los meteorólogos de las isobaras y los
colores fucsia, o el color airado. Es un calvario sin cruz. Han empezado los
Juegos Olímpicos con velocidad de crucero. Como en una película de Charlot,
corren más los atletas que la película. Ayer muchas banderas y selfis, y risas
y saltitos, y la belleza de los ojos sobre las mascarillas. El blanco de los
ojos de los atletas de color brillaba con más vivacidad, más vibración, que el
de los otros participantes. Los ojos dicen la paz, la ira, la tristeza, el
gozo, son el alma que mira. Son la expresión licuada del sentimiento. Los ojos
de Mireia Belmonte decían que su corazón era una sonrisa. No obstante el
coronavirus, los Juegos ríen en sus atletas. Aunque la pobreza llore en los
suburbios del mundo, sin embargo, en los atletas –bastantes de ellos,
supervivientes de esos suburbios–, ríe y, mientras ríe, olvida las lágrimas. En
Grecia, durante los Juegos, se hacía tregua: cesaban las guerras. Las guerras
traían más guerras; los Juegos, por el contrario, traían la paz. En los Juegos,
Eirene, la diosa de la paz, vencía, sin armas, a Ares, el dios siempre furioso
de la guerra. Cuando el ser humano se hace niño y juega, se olvidan las
batallas y nacen las sonrisas, que, como la paz, son un don de Dios, que
regala a los de corazón puro y necesitados de una mano que los ayude a caminar.
Dios está en lo débil, Diario, para hacerlo fuerte, nos revela San Pablo (11:50:16).