14 de julio de 2021. Miércoles.
LA BOCA GRAPADA
LA BOCA GRAPADA
-Me aterra suponer –terror del ave caída en la red del cazador– que
llegara el día en el que no pudiera decir lo que pienso. Decir palabras libres,
no hirientes, ni ofensivas, ni obscenas, solo libres. No dejar decir lo que uno
piensa es ponerle esposas al alma, alambradas con pinchos al espíritu libre que
nace con cada ser humano llegado al mundo. Imagínenme con las manos libres y la
boca grapada. No sería libertad. La libertad de las manos nace allá, en lo más
íntimo del ser, donde se forman las palabras, que luego, como perlas saliendo
de la ostra, danzan y lucen en la boca. Las palabras son el brote– ardiente a
veces, a veces lírico– en el que se expresan los sentimientos. Las palabras,
desde la antigüedad más remota, dicen, describen,
cuentan la historia, embellecen las estelas, los incunables –del latín incunabulae, «en la cuna» –, los libros,
que forman, como en Alejandría, las bibliotecas, donde se posan, como polvo
ilustrado, los silencios. En las bibliotecas se toca el silencio, con el que
hablan, si sabes escuchar, los libros. En Cuba la libertad de expresión está
cercenada, no hay lengua que pueda hablar sin cadenas –comunismo–, y las gentes
han salido a la calle, sin miedos, a decirlo. Cuando se pierde el miedo, la
lengua, Diario, habla e impulsa a las manos y éstas al grito, que pide pan y
medicamentos, y libertad. Dejó dicho, con fino humor, Perich: «Gracias a la
libertad de expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es inútil sin
que nos pase nada. Al gobernante tampoco» (12:12:35).
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