viernes, 31 de julio de 2020

31 de julio de 2020. Viernes.
PAISAJE AMENAZANTE

Calor en Vigo. FotVi

-El calor nos empequeñece, nos hunde, nos hace percibir el paisaje como algo amenazante, que nos agobia. Solo los vencejos, tras darle de comer a sus crías, tienen la facultad de salirse del calor subiéndose a las alturas (2.000 metros o más) y dejando abajo el incendio. Debe ser emocionante contemplar la ciudad desde arriba como una maqueta, invadida por hormigas, los humanos, que echa humo. Con los vencejos no va ni el coronavirus ni el calor, ellos son los ángeles que escapan del fuego de todos los infiernos de la tierra. Esta mañana he pensado irme con ellos, allá arriba, pero no había nubes a las que agarrarme, y, ellos, aunque me han invitado, no tenían fuerzas en sus alas para izarme hacia lo alto. «¡Tan cerca de Dios!», he pensado, y me he quedado, mirándolos elevarse, con la miel y la oración en los labios, y un ápice de sana e inocente envidia en los ojos. Tocar a Dios, Diario, como el que toca las trascendencia y queda a la espera de que rompa sus silencios, y llene mi fe de sensibles y emotivas noticias (12:03:20).

jueves, 30 de julio de 2020

30 de julio de 2020. Jueves.
PALMEANDO EN LOS EUROS

Castillo de Vlak Draculea. Drácula.


-Ayer fue un día muy caluroso, pero nos divertimos mucho con el circo de la tele. «¡¿Cómo están ustedes?!», gritaba el cómico. Y todos, niños feroces, los ojos redondos como monedas, exultantes, gritando: «¡Bieeen!» Y aplausos, y risas, y a pesar del virus, codo con codo, sin guardar distancias, sin respeto a la audiencia, felicitándose, pero con mascarilla. El aplauso se ha convertido en el modo obsceno de disimular el drama. Aplaudimos, y la muerte, confundida con el elogio, se disuelve, como un azucarillo, en el café de la ignominia, de la afrenta, del «mito», del relato. Los que tienen el sueldo asegurado, palmeando en los euros, los que cobran a fin de mes, sin esforzarse, solo con el aplauso al jefe, cómico y funambulista extraño. El Señor de los Anillos abre la boca y al punto, en vez de palabras, le salen murciélagos, que los suyos ven como palomas que picotearan aplausos en sus manos. Cada vez que se abra el Congreso, Diario, prepara unas palomitas, una Coca-Cola, y, con ojos de niño como monedas, disponte a ver el circo ante la tele, será, tristemente, muy divertido (18:27:58).

miércoles, 29 de julio de 2020

29 de julio de 2020. Miércoles.
POBREZA EMPOBRECIDA

Maternidad, familia. Logroño. F: FotVi

-En este verano trágico a causa de la pandemia, lo siento por la pobreza sin trabajo. O la pobreza empobrecida: la desgracia del pobre. Sin trabajo, en la casa del pobre, se rasgan todas las coordenadas del vivir en paz. Se agrían las miradas y las palabras, y los gestos, y los afectos, y se rompe el amor. Y roto el amor, es muy difícil lañarlo, recomponerlo, hacerlo viable para que transite por él otra vez la convivencia; es decir, la armonía matrimonial o filial, la paz doméstica. Aunque hay casos de matrimonios, que, a causa de la pandemia, han salido fortalecidos, y la adversidad los ha hecho fuertes en la fidelidad y en el afecto, en el hallazgo de sus defectos, iluminándolos, y en la claridad de las virtudes tantas veces oscurecidas por la monotonía de su visión. Yo rezo por los pobres empobrecidos, por los que se levantan por la mañana y ven sus manos ociosas, sin nada que hacer, y los hijos con hambre, y sin paz la casa. Rezo y lloro por ellos, pues me veo en su pellejo, en su injusta pobreza, en su desamparo cerrado, en su vida sin horizontes ni mañana, todo llanto y frustración; yo, rezando, Diario, invito al pobre empobrecido a confiar en que el mañana será mejor, que se abra a la esperanza, que, como decía mi madre en situaciones parecidas, Dios nunca falla (12:29:12).

martes, 28 de julio de 2020

28 de julio de 2020. Martes.
LA DISTANCIA MÁS PRÓXIMA

Puentes que unen, en Liubliana. Eslovenia. F: FotVi

-Hay quien dice: «Se me cae la cara de vergüenza», y añade: «ajena»; y supongo que luego se dedica a recoger los pedazos que se le han ido cayendo al suelo de su dignidad. «Una cara despedazada por la vergüenza», me digo. «¡Qué horror!» La dignidad, que, según Aristóteles, no consiste en tener honores, sino en merecerlos. Aunque no te los den. Estos últimos meses de pandemia han sido duros; tanto, que a todos nos han dejado alguna cicatriz o huella dolorosa. Más al pobre que al rico; más al anciano que al joven; más al solitario que al arropado por el fervor y el cariño de algún ser querido. Es hora de hacer recuento: las llamadas inesperadas; el beso, o el abrazo, virtuales; la oración silenciosa; el rostro recordado de un ser querido; y, sobre todo, la certeza, Diario, de que alguien, en un momento determinado, estaba pensando en ti, y, sin palabras, te estaba diciendo, desde la distancia más próxima y hermosa, que te acompañaba, que, sencillamente, te quería; y es que el amor arde siempre, incluso con agua (18:41:53).

lunes, 27 de julio de 2020

27 de julio de 2020. Lunes.
LOS TRIGALES ENMUDECEN

Tras el túnel, la luz. Teatro romano. Cartagena. F: FotVi

-Es sabido que los políticos, en general –y en particular algunos–, le suelen dar la  espalda a la verdad, protegiéndose con guardaespaldas por si los atacara por detrás, y por sorpresa. Hay un político –no digo su nombre, por respeto a los Picapiedra– que siempre hace lo contrario de lo que dice. Si dice «paz», hay guerra; si «pan», hay hambre. Los trigales entonces enmudecen  y caen a su paso: doblan sus tallos y mueren. Es un prestidigitador de la mentira. Me han dicho que nunca come con tenedor porque, como el mago Uri Geller, al entrar aquel en su boca, sus dientes –los del tenedor– dan con la mentira y se retuercen como lombrices, y hacen imposible el bocado. Hace poco, en un mitin, y llenando su boca de solemnidad, dijo: «¡Hemos vencido a la pandemia!» «¡Salir a la calle!» «¡Disfrutar de la nueva normalidad!». A los pocos días, el coronavirus se volvía arisco y amenazador, como un toro que, antes de salir de la muleta, corneara. Son los rebrotes que han corneado y siguen corneando. Me dan miedo sus palabras: son como la picadura de la víbora, si te las crees, te pueden matar. Yo, por precaución, cuando detecto que los políticos van a hablar por la tele, o la cierro o me tapo los oídos, y pido al cielo, Diario, que me libre, por piedad, de ese mal, amén (11:18:18).

domingo, 26 de julio de 2020

26 de julio de 2020. Domingo.
DÍA DE LOS ABUELOS

Amor de los abuelos, apoyándose. F: De la prensa.

-San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús y de la liturgia. Este año –y de un modo especial–, patronos de los abuelos, los que se han ido y los que nos quedan. En palabras del Papa Francisco, los abuelos han sido y son los que, «en el calor de la familia», han hecho posible «la trasmisión de la fe y el amor de Dios», hasta hoy. Los abuelos son el gran río que nos va dando de beber a Dios a través de los tiempos. Los abuelos son la memoria de la historia, los que unen el ayer y el hoy, los que mejor que nadie expresan el amor por su descendencia. Dichosos los que han podido reír y llorar, recibir una caricia y acariciar, ser bendecidos y bendecir a sus abuelos. Joaquín significa: «Dios prepara», y Ana: «Gracia». Dios y Joaquín «preparan» la tienda donde ha de cobijarse María, la madre de Jesús. María, por su parte, es la senda, el camino, por donde, en su venida a este mundo, debía andar el Hijo de Dios, mientras se hacía carne de nuestra carne. Ana y María son, pues, los senos de la gracia, los rezagos donde primero debían sonreír y ser amados María y Jesús. Hoy la liturgia los alumbra en el santoral. Hoy es el día de celebrar su santidad: su fe en el Dios que los bendijo con el don de la Maternidad más admirable. Ana y Joaquín, Diario, padres de María; María y José, padres de Jesús, el que nos da el alimento de la gracia, y su amor (18:30:14).

sábado, 25 de julio de 2020

25 de julio de 2020. Sábado.
EL ANZUELO DE LA PALABRA

Casa de Santiago, en Compostela. F: FotVi

-Hoy, día de Santiago, como un cristiano más, oigo misa, en la tele. Es festivo, y celebro la santidad de un pescador, que sería elevado de pescador de peces, en el mar, a la categoría de –es promesa de Jesús– «pescador de hombres», en el mundo. Y con solo el anzuelo de la palabra, que vino de Dios –sin desgajarse de él–, y se hizo hombre. Porque la predicación del evangelio es eso: «Tú me das la fe y yo te doy a Jesús», en la palabra. Donde otros dan mentiras, comedia, farsa, yo te doy a Jesús, que es verdad y es vida. Y, en Jesús, te doy a los hermanos: «El que recibe a uno de estos pequeños en mi nombre, me recibe a mí», dijo Jesús. Es decir, la fe, el amor, y la esperanza. En síntesis, la predicación de los apóstoles. Ellos predicaban a Jesús, pedían su fe en él, y si les dabas la fe, ellos, Diario, te daban el amor y la esperanza, o la fiesta de Dios en nosotros. Dios, el que siempre mira con ojos de misericordia, curando las heridas, con amor, el mejor y más seguro ungüento (18:11:57).

viernes, 24 de julio de 2020

24 de julio de 2020. Viernes.
VERTIGINOSAMENTE

Volando juntas, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi


-Cada mañana, cuando voy a rezar, contemplo a los vencejos bajar de las alturas y alimentar a sus polluelos. Lo hacen, como es su arriesgada costumbre, vertiginosamente. Dejan el manjar en las bocas rojas y afanosas de las crías y, luego, como si abrieran con cuchillas negras el viento, siguen sus vuelos. «El milagro de la maternidad», me digo, y me dejo llevar en sus cabriolas, para, allá arriba, en su territorio infinito –sueño– poder vivir la libertad absoluta, sin ninguna reja ni atadura: sin coronavirus, sin miedos, ejerciendo el milagro de ser libres, y en ese milagro, Diario, leer un libro, o, como un pez del espacio –un pez que tocara la utopía–, nadar en el agua sagrada de las nubes, donde, como dice Axa Salas, poeta ella: «También / entre el horror, / más pura / la belleza» (12:36:49).

jueves, 23 de julio de 2020

23 de julio de 2020. Jueves.
EPIFANÍA DE LIBERTAD

Ojo que ilumina, en Torre de la Horadada. F: FotVi

-Reconstruir es volver a rehacer lo que ya estaba construido. Si se reconstruye, es que algo –o mucho– se ha destruido. Pero también que algo queda –sentimientos, recuerdos, ilusiones, ideales, esperanzas…– de lo anterior. La pandemia nos ha dejado la casa –el alma– casi derruida, sin tejado y con las ventanas arrancadas de sus marcos. Es un paisaje de desolación, de pájaros sin vuelos y de ojos con lágrimas. En esta pandemia, todos hemos llorado por algo: por la pérdida de un ser querido, por la falta de libertad pata entrar o salir, por el abrazo o el beso no dados. Todo, como se ve, carencias; pero el espíritu ha seguido en pie, como la pared maestra de un edificio. A causa de la insensible y aciaga mascarilla –pero necesaria–, todos nuestros sentimientos: el amor, la solidaridad compasiva, la pena, el gozo, los besos, los abrazos, los hemos expresado y lo seguimos expresando a través de los ojos. Los ojos son la abertura del alma por donde escapan las palomas que la habitan. Luz en los ojos. Esperemos que reconstrucción sea eso, Diario, un volver a todo aquello que, en más o menos grado, nos hacía felices; es decir, a la epifanía de sentirnos libres (18:16:55).

miércoles, 22 de julio de 2020

22 de julio de 2020. Miércoles.
BROTE

Primavera en el naranjo, brotando. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Recuerdo el tiempo en que, cuando oía decir «brote» –¡«brote», «brote»!– en seguida me venía a la mente la visión de un paisaje de árboles y hojas nuevas, de pájaros felices, de capullos de rosas abriendo. Era como decir primavera. ¡Ah, la primavera! Y en mi imaginación, entonces, se echaban a volar mariposas y sueños, y hermosos despropósitos, como el del baño prohibido en el río o el de subirnos a los árboles, descalzos, a coger albaricoques, éstos con la gota dorada de miel a punto de caérsele del interior. Ahora digo «brote» sin euforia, para en seguida toparme con el miedo, con la sombra de la perfidia. De inmediato pienso que me está observando el virus, estudiando mi debilidad, lamiéndose sus microscópicos labios, para, en el más mínimo descuido, entrar dentro de mí y morderme una célula donde poder sobrevivir. Decir «brote» y «rebrote», Diario, es como hablar sin mascarilla: la sola palabra infecta, entristece, te ensaliva de miedo; tengamos cordura y evitemos los rebrotes, que el año próximo no nos dejen otra vez sin primavera (18:48:43).

martes, 21 de julio de 2020

21 de julio de 2020. Martes.
PRUDENCIA

Luz en la oscuridad, Notre Dame. París. F. FotVi

-Viajo a San Pedro, con mascarilla y prudencia y una plegaria, por la que pido a Dios su protección. La mascarilla y la prudencia las pongo yo; la protección se la dejo toda a Dios. Yo suelo decir con el salmista: «El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré?» Esa luz me abre los ojos, me espabila los reflejos, me evita la cabezada; es decir, ilumina mi inteligencia. Es la luz que va delante de mis pasos, guiando mis ojos y mis pies. Con esa luz, ¿a quién puedo temer? Y de este modo, con lo que Dios pone y pongo yo, Diario, me echo a la carretera y –como decía mi madre–: «Sea lo que Dios quiera». Y Dios ha querido: he vuelto a casa, sano y salvo, y con unos instantes más de vida, vividos y celebrados (19:22:54).

lunes, 20 de julio de 2020

20 de julio de 2020. Lunes.
SUCESIÓN DE INSTANTES

Instantes cazados en el aire. Tallín. Estonia. F; J. Giner

-Los años, con la misma liviandad iridiscente de las burbujas de jabón, se vienen y se van, se van y no vuelven. Ascienden y explotan en el aire, se hacen añicos. Caminan, parten, se van. Se rompen. Los años se recuerdan, pero no están; como los instantes, como la mirada a un paisaje. La vida es una sucesión de instantes maravillosos unos, y tristes o lamentables, otros; son como un día, pero alargado, en sucesión de momentos o años, de soles y lunas que pasan, sin dejar rastro, de la vida. No tengo miedo a la muerte; tengo miedo al instante de la muerte. Ese instante en el que dejas este lado y pasas al otro, sin saber lo que te encontrarás. O a Dios o a la nada; o la compañía fiel y amable de Dios, o el frío que no hiela, oscuro, sin referencias, de la nada. A un cantante, José Manuel Soto, le preguntan en una entrevista: «¿Qué se aprende con los años?» Y responde: «A ir más despacio, a escuchar más, sabotear la vida, disfrutar de las pequeñas cosas, y elegir bien a qué dedicas tu tiempo y con quién». Caminar más despacio, poner el oído atento para escuchar lo que alienta, lo que da vida, situarte a la altura de las cosas pequeñas, y amarlas, y elegir a quien te va a enriquecer y no te va a quitar nada importante de tu vida. Bellos y saludables consejos, Diario, dignos de meditar y tener en cuenta, para ser feliz en todos esos instantes que hacen la vida, y que también llevan a la muerte, como puente entre la nada o Dios, el amor. Mi fe me dice que hallaré el Amor: mirándome con ojos de Madre, y que, al recibirme, dirá mi nombre (12:32:42).

domingo, 19 de julio de 2020

19 de julio de 2020. Domingo.
CIZAÑA Y TRIGO

Erial en el jardín. Torre de la Horadada. F. FotVi

-Un día más celebramos el día del Señor, con mascarilla y una oración en la boca; oración que parece estar mordiendo en el corazón de Dios. La mascarilla no nos impide rezar. Al contrario, rezamos más hacia dentro, donde solo nos oyen Dios y nosotros mismos, como el que se escucha de un modo misterioso cuando nada con la cabeza bajo el agua. Oído el evangelio, descubro que el mundo está lleno de cizaña y trigo: más trigo que cizaña, sin embargo. «Donde abundó el pecado – dice San Pablo–, sobreabundó la gracia». Cizaña son la injusticia, la mentira, la desigualdad, el egoísmo, la pereza, la insania, el relativismo, la deslealtad, la envidia, tantos. Pero sobreabunda la gracia –el trigo–, como un campo sembrado de palomas que se echaran volar. La cizaña son los pajarracos, los retorcidos, los malignos; el trigo, todo lo demás: los asombros del niño, los silencios amorosos de las madres, las manos hacendosas del padre, la santa soledad resignada de la vejez: todo trigales bañados por el sol, relucientes como joyas, y la esperanza cabeceando con las doradas espigas en el trigal henchido. Como ves, Diario, todo misericordia (18:24:42).

sábado, 18 de julio de 2020

18 de julio de 2020. Sábado.
LA CÁRCEL DEL DÍA A DÍA

Cárceles modernas, en la ciudad. R. Bonatti

-Contemplo un gorrión pasar y posarse en un árbol, luego una paloma, y más tarde un nudo de vencejos que vuelan y vuelan sin fin, ¿y hacia dónde vuelan?, hacia todas partes. Se meten, volando, casi en el infinito. Las aves, como los sueños, vuelan sin cesar, pues en ello les va la vida. Sin sueños –sin vuelos– la vida se hace densa, pesada, carece de expectativas, se amodorra en la cárcel del día a día. En el soñar das brazadas, te elevas más allá de las nubes, tienes la sensación de tocar lo invisible, o, al menos, lo intuyes más cerca, casi lo sientes en ti. Sientes que te toca. Y entonces descubro que no es verdad –o no lo parece– lo que dice Calderón: «Que toda la vida es sueño, / y, los sueños, sueños son». Los sueños son sueños, es cierto, pero también son alas que te hacen elevarte, romper cadenas, liberarte, y, a veces, hasta de ti mismo. Librarse de uno mismo, Diario, o el más difícil todavía de los sueños, el éxtasis de cualquier aspiración de libertad (18:21:52).

viernes, 17 de julio de 2020

17 de julio de 2020. Viernes.
LA FELICIDAD

La felicidad viene del celo. San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Hoy mi madre estaría eufórica, celebrativa: el Real Madrid, su equipo de toda la vida, ha ganado el Campeonato Nacional de Liga. Y con mi madre, mi sobrino Javi, el que, cada vez que ganaba el Madrid, llamaba a casa para decir: «¡Abuela, hemos ganado!» Y de este modo tan sencillo, y tan cercano, ambos celebraban el triunfo del Madrid y se celebraban a sí mismos. Que reían; mi madre, emocionada, y Javi, feliz de ver feliz a la abuela. Ellos, con solo mirarse, se entendían, y es que quizá, sin proponérselo, entendían la felicidad como algo que nacía de ellos mismos, de su interior aún niño, festivo, generoso. Mi madre vivía de estas cosas pequeñas, amables; siempre daba más que recibía. «En esto –decía ella– está la felicidad». La felicidad se halla, Diario, no en recibir cosas, sino dar cosas, en darse, en compartir. ¡Era tan sencillo con ella ser feliz! (18:39:10).

jueves, 16 de julio de 2020

16 de julio de 2020. Jueves.
FALTA ALGO

Fuego frío, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Esta mañana, al oír la radio y tener conciencia del homenaje que le estaban haciendo a las víctimas del coronavirus, me he quedado un momento en silencio, y he rezado. Un homenaje con pebetero, discursos, rosas blancas, mascarillas, y sin una plegaria, será una cortesía para los cuerpos de los fallecidos, pero un desaire para sus almas. Si el cuerpo solo es polvo, músculo, tripas, ¿qué es lo que inspira las sonrisas, las miradas, la ternura, el amor? ¿Qué lo que le pone la emoción a un poema, o el dolor a una lágrima? ¿Qué es entonces la inspiración, y cómo explicar a Bach y a Beethoven, y a Platón y a Pitágoras? ¿Por qué se piensa y se duda? La plegaria es el resultado de pensar y dudar, de anhelar y desistir, de leer e interpretar. Cuando alguien reza, es que ha descubierto que le falta algo, que no se está en este mundo sólo para dar pasos, hacer números, y, tal vez, desesperar. Que a la utopía se puede llegar soñándola una y otra vez, tocándola con la imaginación, viviéndola en el interior. Yo, esta mañana, he pensado que algo le faltaba a esa ceremonia laica, tan geométrica, tan aséptica, tan sin alma. Con unos pocos aplausos al final, sentidos, espero, pero, desdibujados, Diario, indefinidos, también sin alma, pero con mascarilla (8:31:46).

miércoles, 15 de julio de 2020

15 de julio de 2020. Miércoles.
SALTA UN PÁJARO

Pensando silencios, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi


-Abro la mano y me salta un pájaro. Estaba soñando. Es decir: estaba escribiendo un poema, en el que le decía al silencio que hablara. Y el silencio habló, y dijo: «¡Amo!», y el silencio se llenó de caracolas en las que se oía el mar, y la tierra, y mi corazón. Y, dentro de mi corazón, el universo. ¡Es tan hermoso el silencio cuando habla! Dice, Diario, lo que no han podido decir las palabras. «El silencio es el único amigo que jamás traiciona», dijo Confucio (18:54:02).

martes, 14 de julio de 2020

14 de julio de 2020. Martes.
CANTO, Y LLORO

El cielo canta y llora, en Murcia. F: FotVi

-En ocasiones, suele decirse: «Canto por no llorar». Hoy, sin embargo, digo: «Canto, y lloro». Canto por poder rezar y poder decir Dios –se me llena la boca de libertad–, por los bellos silencios que acompañan a las palabras, por esa florecilla, humilde, que luce bajo el sol. Canto por la libertad, por el amor. Canto por la risa, por el dolor. Es decir: ¡canto por todo lo que es la vida! Ese don inesperado que nos acompaña y que apenas agradecemos. Al tiempo que lloro. Y lloro porque, contrariamente a lo que dice la Escritura, la justicia y la paz no se besan: no hay respeto por los derechos humanos, se ha esfumado la equidad, se vive tenazmente en un clima de enemistad y confrontación, se celebra más el egoísmo que la misericordia, se vive en la mentira más que en la verdad, y se oye decir «yo» –egolatría– más que «nosotros» –hermandad–. Es la razón, Diario, por la que, a un tiempo, canto y lloro; canto porque existen la justicia y la paz, y lloro porque todavía no hemos logrado que «se encuentren», se miren, se hablen, y, rendidas la una a la otra, se besen (19:43:44).

lunes, 13 de julio de 2020

13 de julio de 2020. Lunes.
DARSE CON EL GOZO

Señales en el cielo, de alegría. Lo Pagán. F: Fotvi

-Esta mañana me levanto y descubro que no me duele la cabeza; no me duele la boca; ni las manos que se abren y alaban, y abrazan y celebran; esta mañana me levanto y descubro que me duele un pie. Lo que está en el más allá, o en la otra esquina de mí mismo. Pero no me duele todo el pie: solo uno de sus dedos, como un elegido por la gracia del dolor para recordarme que soy debilidad, que sin embargo sueña y vive. Y sufre. Y entonces me viene a la memoria –esa página donde se guardan tantas cosas– los versos de José Hierro: «Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor que el alma existe». Llegar por el dolor a la alegría, parece una contradicción, pero es el único camino –pedregoso y difícil, terrible a veces– de, al fin, darse con el gozo, y, en él, tocar la paz: o el don de la serenidad, del equilibrio. Y con este deleite de la alegría hallada, saberse un ser con alma: ese soplo de Dios, que, al hacernos más humanos, nos diviniza. Es decir: en el polvo, en lo humano, donde habita el dolor, Dios alienta y allí inventa la alegría, de la que saltan, Diario, las palomas del alma, y sus zureos divinos (18:30:54).

domingo, 12 de julio de 2020

12 de julio de 2020. Domingo.
EL QUE HABLA

La Palabra se encarnó, y nos hablo. F: FotVi

-Día brumoso, con un cielo como de tierra y unas pocas gotas de lluvia, para que tal vez así puedan beber, al volar, los vencejos. Y sin bajarse de sus vuelos, donde lo hacen todo: hasta el dormir. Bello panorama el de los vencejos, que vuelan hasta dormirse volando, y constantemente libres. Pero el sol, que siempre está hacendoso en verano, con sus fuertes brazos ha roto la bruma y se ha hecho presente en la mañana. Un instante. El sol, o la luz que nos habla, iluminando la claridad y distanciando las lejanías: retirando hacia un más allá los horizontes. Y, en la liturgia, otra vez la palabra, ese don que nace en la mente y eclosiona en la boca, recreando y dándole valor a las cosas. La palabra, o cosa de Dios. Dios, el que habla, nos regala su lenguaje. Por medio del poeta Isaías, dejó dicho Dios: «Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra […], así será la palabra que sale de mi boca». En la palabra está el fruto, la semilla, y, si cae en buena tierra, el pan. La palabra fertiliza y hace germinar la tierra del alma. Así la palabra cumple el encargo de Dios: santificar y dar luz y calor al espíritu, divinizar –hacer su hijo– al que la escucha y, a la vez, la pone en práctica. Dios actuando desde la palabra, Diario, como jardinero del amor (17:55:47).