16 de julio de 2020. Jueves.
FALTA ALGO
Fuego frío, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Esta mañana, al oír la
radio y tener conciencia del homenaje que le estaban haciendo a las víctimas
del coronavirus, me he quedado un momento en silencio, y he rezado. Un homenaje
con pebetero, discursos, rosas blancas, mascarillas, y sin una plegaria, será
una cortesía para los cuerpos de los fallecidos, pero un desaire para sus
almas. Si el cuerpo solo es polvo, músculo, tripas, ¿qué es lo que inspira las
sonrisas, las miradas, la ternura, el amor? ¿Qué lo que le pone la emoción a un
poema, o el dolor a una lágrima? ¿Qué es entonces la inspiración, y cómo
explicar a Bach y a Beethoven, y a Platón y a Pitágoras? ¿Por qué se piensa y
se duda? La plegaria es el resultado de pensar y dudar, de anhelar y desistir, de
leer e interpretar. Cuando alguien reza, es que ha descubierto que le falta
algo, que no se está en este mundo sólo para dar pasos, hacer números, y, tal vez,
desesperar. Que a la utopía se puede llegar soñándola una y otra vez, tocándola
con la imaginación, viviéndola en el interior.
Yo, esta mañana, he pensado que algo le faltaba a esa ceremonia laica, tan geométrica,
tan aséptica, tan sin alma. Con unos pocos aplausos al final, sentidos, espero,
pero, desdibujados, Diario, indefinidos, también sin alma, pero con mascarilla (8:31:46).
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