18 de mayo de 2019. Sábado.
ME IRÍA A VOLAR
La vida en vuelo, en Google. |
-Veo cruzar a los vencejos y pienso que me iría a
volar –a soñar– con ellos. Por ahí, por los aires, tocando el cielo. Llenándome
de azul y nubes. De misterios. Salvo cuando crían, los vencejos siempre vuelan.
Entonces, se posan y aman, y nutren a sus crías. Están siempre en el aire, sin
tocar el cansancio de la tierra, sus lugares feos e injustos, tan humanos –y deshumanizados–,
a veces. Vuelan de Europa a África, y la recorren de norte a sur, para, pasado
el invierno, volver a sus nidos. Me gustaría poder volar con ellos y contemplar
desiertos, selvas profundas, ciudades inauditas, el amor y la guerra de los
hombres, desde Tanzania a Murcia, donde –ahora– los contemplo piar en la orgía
de sus vuelos, en sus juegos sin fin. Qué hermoso volar continuamente, Diario,
sin detenerse en la monotonía de la vida, tan rústica y devoradora de
ilusiones, y tan triste, si no tienes algún punto de inocencia en que embeberte
y diluirte en su ternura; o volver a la niñez, donde fuiste tan feliz, y libre,
y protegido, y donde tantos sueños construiste (18:44:28).
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