4 de mayo de 2019. Sábado.
EL FILÓSOFO QUE
RÍE
Las cruces de la injusticia, en Lituania. F: Juan. |
-Heráclito y Demócrito, ambos filósofos griegos,
pero el uno lloraba y el otro reía. A Heráclito se le llama «el filósofo que
llora» y a Demócrito «el filósofo que ríe». ¿Razón? Quizá fuera porque Demócrito
postulaba como aspiración natural de todo individuo, no tanto el placer, la
voluptuosidad, el deleite, sino «la tranquilidad de espíritu». Es decir, la
paz, la armonía, el equilibrio del alma. O sus silencios, tan fructíferos
siempre. Heráclito quizá llorara por aquello que escribió: «Todo fluye y nada
permanece», o como lamento por la futilidad e insignificancia del ser. En todo
caso, dos filósofos que nos deben hacer pensar. El uno, Demócrito, para iluminarnos
en el camino hacia la virtud, hacia lo honesto, lo limpio; y el otro, Heráclito,
para valorar en poco la realidad de lo que nos sucede en este mundo, ya que se
trata de una realidad frágil y escurridiza, sin consistencia, como la arena que
escapa entre los dedos. Un servidor, pensando en el filósofo que ríe, mañana, en
Molina, me uniré al grupo de escritores, que con motivo de la Primavera del
Libro, están firmando ejemplares de sus obras en la Caseta de Cáritas. Será de
las 18 a las 21 horas. Lo recaudado, Diario, quedará como ayuda para la obra
social de la Iglesia, que alarga la mano de Dios hasta el pobre y el descartado
de esta sociedad, narcisista e ensimismada en sus cosas, y que apenas contempla
el dolor y la indigencia del hermano herido de al lado. Pasa y no ve (18:39:54).
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