31 de agosto de 2020. Lunes.
UNA PALABRA HERMOSA
UNA PALABRA HERMOSA
-Con la bajada de
temperaturas, se gusta mejor la noche, se descansa con más alegría por dormir. Duermo,
silabeando el sueño, y soñando cosas lindas de las que luego puede salir un
libro o ser el prólogo de una vida nueva, alada. También me vienen pesadillas. Pero
hay sueños que se olvidan. Quizá sea mejor así: olvidar los espejismos, las
ofuscaciones, como el que, terminada la guerra, deja el fusil; o el arado,
después de una abundante cosecha. Pero hay hermosos sueños: claros como el agua
y vivos como el relámpago. Tan agua de cascada son que despiertan el despertar,
iluminándolo todo. De los sueños nacen libros –otro modo de soñar–, nacen respuestas
al crucigrama, ideas nuevas que encienden ciudades, versos que alegran la
libertad y rompen las cadenas que esclavizan. Decía Miguel Hernández: «Para la
libertad, sangro, lucho, pervivo». Y lo escribía en versos rudos, hechos de
raíces, a golpes de azada, que crecían con espinas, pero que acaban en ser
rosa, árbol de manzanas, tierra de trigos. Anoche soñé que soñaba a Dios; era
un sueño dentro de otro. Sé que dije alguna palabra; pero no recuerdo cuál. No
sé si fue Padre, o perdón, o amigo lo que dije. Solo sé que fue una palabra hermosa. Todo es tan confuso, Diario (18:22:34).
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