11 de mayo de 2015. Lunes.
¡EL GRITO!
Grito de vida, en el árbol. F: FotVi |
-He sufrido pesadillas de toda clase y color, y pavor; tan terrible
alguna, que, como esta vez, he tenido que usar el grito para salir de ella.
Gritas, y por la abertura del grito, por el túnel que es, escapas de la
pesadilla. El grito, que, aun despierto, casi siempre es puerta de salida del
miedo o la locura, o de la alucinación. Gritas y escapan la ira, el pánico, la
angustia, hasta salen volando los pájaros de mal agüero que hay en el árbol de tu
cabeza. Gritas y salta todo haciéndose vuelo que huye, como una exhalación del
miedo, escapando. Pues entré en el sueño y me dormí en paz y bien. Iba y venía yo
por el sueño, sin altibajos en la respiración, sosegado, como deslizándome por
el filo blanco de una ola, feliz, y de pronto, zas, la pesadilla, y se me
desquició el sueño, su castillo de naipes se me vino abajo. El sueño derivó en
que era lunes y nunca saldría del lunes, con rejas el lunes, apresado yo en el
lunes, en su tela de araña viscosa y cruel, sedosa y fiera, y para siempre; y, abatido,
entonces, me dije que ser huésped del lunes para siempre sería algo así como estar
oyendo toda la vida al mismo político (o ser mitrado) largándote el mismo mitin,
la misma prédica, en cualquier infierno, siempre, repitiéndose, como un eterno
lunes, como un eterno golpear del martillo del herrero. Y desesperé; y ahí
seguía, desesperando. Enredado en el lunes y oyendo palabras vacías, extrañas, porfiadas,
hasta que di ¡el grito!, y, yéndome por él, con miedos, aterrorizado, salí del
mal sueño, que daré en llamar, Diario, pesadilla de lunes, o lunes en tiempo de
elecciones, o qué pesadez los mítines (aun los episcopales), o…; y ¡vuelvo a
gritar!, pero de felicidad esta vez (20:20:26).