18 de marzo de 2020. Miércoles.
UN ANIMAL TEMBLOROSO
Al final se hace la luz, pero antes hay que pasar el túnel. Torre de la Horadada. |
-La epidemia (el covid 19, o coronavirus) avanza, y el ser humano aparece cada vez más empequeñecido, más débil: un animal tembloroso. Si hubiera un lugar más alto que nuestra superioridad, nos veríamos como insignificantes hormigas asustadas, huyendo hasta de nosotras mismas. La insignificancia ha oscurecido a la prepotencia. Como en un eclipse de sol, la luna ha logrado tapar al astro rey, y convertir a éste en un borrón de tinta negra. Pero el sol, a pesar haber sido nublado, como tachado por la luna, reverbera por los lados, se desborda del cerco de oscuridad en que lo ha metido la luna, desea seguir iluminando, dando vida, hasta que, al fin, lo logra. Y es que como dice Rafael Narbona, hablando de La Peste de Albert Camus, y trayendo aquella situación a la de ahora: «Nuestra campana de cristal se ha agrietado. No somos invulnerables». En estos días de reclusión, temo por la convivencia, por la mirada amiga, por la palabra amable, sosegada, misericordiosa. Hay veces que el egoísmo prevalece sobre la fe y el amor, y nace la desconfianza. Desconfianza que, sin embargo, trato de apartar de mí, Diario, para fortalecer mi fe y, con la fe, el amor, y así poder extender la mano y darla, y, con la mano, la mirada, y con esta, una palabra amable, que consuele, que alivie de tanta soledad, que nos pueda salvar al otro y a mí, recomponiendo así la campana de cristal agrietada (18:17:47).