17 de mayo de 2021. Lunes.
MÁS IGUALES
MÁS IGUALES
-Y llegó el calor, y no vistió de desnudez. Nos quitamos trapos y nos
ponemos piel. Es la ley del verano; como la serpiente, mudamos de cáscara y nos
hacemos todo gajo, acontecimiento epidérmico. Este domingo el mar, en las
playas, parecía haber vomitado gelatina: se ha visto lleno de cuerpos echados
en la arena, como leones marinos resoplando felicidad. Con mascarilla. Desde un tiempo largo, la
pandemia ha encerrado la libertad, la ha recluido, y ahora, llegado el calor, la
libertad se desquita y florece en la arena de las playas. Es célebre la
observación de la actriz Cherie Lunghi: «En una playa se puede ser realmente
feliz, a la vez que un vagabundo». Es el lugar, idílico, donde más iguales
somos todos; –salvo que leas un libro o juegues con un niño, que te distingue–,
todos, más o menos, nos mostramos como hechos del mismo limo –«enamorado»– de
la tierra. Con la señal aún del soplo divino en nuestra frente. Las gaviotas
vuelan, tienen alas, graznan; los humanos soñamos –es otro modo de volar, hasta
parecer que alguna vez damos con la utopía–, y hablamos, ponemos nombres a las
cosas. Poner nombre a las cosas es vestirlas de silabas, hacerlas
vocablo, expresión, adornarlas con tu aliento. El mismo aliento de Dios, Diario,
por el que eres y estás, y por el que vives, en dignidad y libertad, como
persona, única, irrepetible (12:44:50).