15 de junio de 2021. Martes.
(DES)GOBIERNO
(DES)GOBIERNO
-El calor ya empieza a derretir nueces; o sea, aprieta. Tanto el pobre
como el rico nos quitamos ropa, solo que el rico la deshecha y el pobre mete la
suya en una bolsa para usarla –¿lavada?– los próximos otoño e invierno. El rico
y el pobre abandonan la ciudad, el uno para llegar al mar o a la montaña, y alimentar
así su espíritu, quizá su vanidad, y el otro, para alargar la mano y solicitar la
caridad de una limosna. Como siempre: el rico –salvo exquisitas excepciones– da
la limosna desde arriba, y el pobre la recibe desde abajo, imitando una genuflexión,
pero sin hacerla. Ser pobre con dignidad es una gran riqueza, espiritual. Pero lo
más lamentable, con todo, es la indignidad del intelectual que dice sandeces
con la excelencia del necio. Esta mañana leo en la prensa que un sabelotodo
adjunto al Gobierno, ha dicho: «No es lo mismo que muera una persona de 95 años
a que fallezca una de 20». Se llama Simón y es, dicen, una eminencia en
idiomas, pero un pardillo, un ruin, en comunicación y dignidad. A los 95, señor
Simón, se puede morir siendo sabio, a los 25 siendo solo joven, que no es un
logro, sino el azar de haber nacido antes o después. Decía el filósofo
Schopenhauer que «los primeros 40 años de la vida dan el texto; y los 30
siguientes, el comentario». Sin texto y sin comentarios sería enfermizo y
peligroso subsistir. Por eso me fío más de la sabiduría del anciano Dios,
Diario, que del saber altivo y deshonesto de la bufa juventud que, ¡ay!, nos (des)gobierna
(12:36:38).