7 de noviembre de 2021. Domingo.
MÚSICA CALLADA
MÚSICA CALLADA
El piano, música callada. Varsovia. Polonia. F: FotVi |
-Domingo, 6 grados al despertar, un sol de lana, suave, y la oración de alabanza en los labios, para llamar al siempre desvelado Dios, que habla con silencios. En Dichos de luz y amor enseña San Juan de la Cruz: «Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída en el alma». Como el amor con amor se paga, el silencio, con silencio, se oye. El ruido no oye, ensordece, el silencio, por el contrario, escucha. En silencio, y dispuesto a escuchar, leo: «Tú ven, ven, oye conmigo, / oye la silenciosa/ reproducción del polen». Y sigue: «¡Cómo / suenan la almendra, la manzana, el trigo!». Claudio Rodríguez en el poema Música callada, como una exhalación misteriosa y mágica de silencios, que nos habla, no de oír, sino de escuchar, de afinar el alma y paladear la belleza oculta. Cuando leo la Sagrada Escritura, lo hago en silencio, para escuchar su interior y desentrañar su entraña, invadiendo sus rincones de gracia donde se halla Dios, y entonces oigo que responde a mis preguntas, amando. En el amor se oye el silencio de Dios, tan clamoroso, pero tan sin sonido. Como el silencio de la fruta, que solo se oye cuando la lesionas, cuando la muerdes. Entonces da su dulzor, que también es silencio. Para oír el rumor de las cosas que me sirven –el libro, la mesa, la luz, el papel donde escribo– quedo en silencio; y el silencio, Diario, me enseña a amarlas y respetarlas, y a Dios, que está en ellas, y en las que –también en silencio–, se dice, se expresa, y habla, sin palabras (12:09:19).