20 de diciembre de 2021. Lunes.
LA BELLA MÚSICA DEL ÓRGANO CATEDRALICIO DE TODAS LAS COSAS
LA BELLA MÚSICA DEL ÓRGANO CATEDRALICIO DE TODAS LAS COSAS
-Sale el sol, me da en los huesos y sonríe en los ojos. Los ojos, a los
que he enseñado a sonreír tras la mascarilla. El sol, hoy, se ha hecho legión,
tropel, en la vida y en las cosas; alejadas las lluvias, ha llegado el sol,
risueño y complaciente, y ha sacado de sus escondites a humanos y animales, y a
plantas; hasta el hormiguero, esta mañana, se ha llenado de vida hacendosa. Y
el pájaro, un gorrión, ha cantado: se le han instalado un racimo de corcheas en
la garganta y, dejándolas ir, ha cantado. Se despereza un poco el otoño, y pone
en marcha la bella música del órgano catedralicio de todas las cosas. En un día
así, todo es canto, en el tiempo y en la vida. A pesar de las penurias
económicas y morales de nuestra sociedad, y a pesar del miedo; la penuria, hoy,
se hace, sin embargo, sol y esperanza. Un hormiguero se abre y suelta hormigas
sin parar: nos da una lección de laboriosidad y no de holganza. El trabajo, tan
necesario en esta hora de paro y apatías, y de abundacia de políticos intelectualmente
difusos, acéfalos casi, y que medran a la sombra de lo progre –o mamandurria–,
y del desahogo inmoral. Las hormigas se mueven y trabajan como si siempre
estuvieran construyendo pirámides; bajo tierra, sin descanso. Para
conservar la vida. Y pienso: Dios se nos da en la vida, y no en la muerte. «En
Adán, todos mueren; en Cristo, todos vuelven a la vida», dice San Pablo. Vivir
en Cristo es el anhelo de todo creyente, que vive en la esperanza de no morir
para siempre; creer, vivir, esperar a Dios en el umbral mismo de la muerte, Diario,
es vivir sin morir (11:40:13).