2 de mayo de 2022. Lunes.
MADRID EN FIESTA
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Goya, fusilamientos 2 de mayo, Madrid. Museo del Prado. |
-El sábado, fiesta en Madrid: el Real Madrid, a cuatro jornadas de
finalizar la liga, capeón a lo grande, y en Cibeles, con Ancelotti fumándose un
puro y Marcelo, besando a la diosa; beso que tal vez ruborizara a la piedra. ¿Tiene
sentimientos la piedra? Quizá, sí, o quizá, no: quién sabe. Madrid salió a la
calle y llenó de paz y alegría la plaza donde Cibeles pasea, en carro de ruedas
talladas, su corona y sus leones, tan vivos que en las noches –dicen– parecen oírse
sus rugidos. Con mi sobrino Javi, mi madre disfrutaría del espectáculo, ambos
madridistas y sufridores de pro, y que siempre están ahí: en las verdes y en la
maduras. Pero aquella fiesta del sábado, cruzando el puente del domingo, se ha alargado
hasta hoy lunes. Hoy celebra Madrid su levantamiento contra el invasor francés.
Desde Móstoles, en 1808, Madrid sigue oponiéndose a las felonías de los
impostores, como Napoleón y sus ejércitos. Con engaños, los franceses lograron
apoderarse de una España debilitada y pobre, pero con dignidad. Al percatarse del engaño, Madrid enciende la
mecha contra el invasor, que prende en toda España, hasta lograr derrotarlo. La aventura de José I
Bonaparte duró un poco más de dos años, para, al fin, en 1813, huir de España,
sin adulones; es decir, sin corte y sin corona: «Con el rabo entre las piernas», que diría
un castizo. Fue entonces cuando se oyó el grito de Patria y Libertad, en la
calle, entre gentes sencillas –herreros, aguadores, soldados, costureras, etc.
–, iniciando así la batalla por el deseo de poseer una nación y gobernantes
propios, con leyes nacidas del pueblo y no impuestas. Dice Gustavo Morales en El Debate: «Fernando VII no
era digno de ese esfuerzo ni de ese sacrificio, pero España, sí». Fernando VII
fue un rey felón, desleal, mentiroso. Dice Richard Bach: «Y fue cuando estaba
cayendo, que abrí mis alas y aprendí a volar». El sábado y hoy lunes, Madrid en
fiesta; el sábado por una causa deportiva, baladí (o no, según se mire); hoy,
por una causa de honor y dignidad, la de un pueblo que buscaba su identidad,
sus raíces, sin importarle la muerte, venciendo a Napoleón, entonces, terror de
Europa. En el destierro, Napoleón dejó escrito: «Los españoles se portaron, en
masa, como un solo hombre de honor». Es decir, España abrió las alas, Diario, y
volvió a volar (18:10:53).