miércoles, 4 de mayo de 2022

4 de mayo de 2022. Miércoles.
HACE 64 AÑOS

Huertas de Pliego y Mula, heridas por el rayo. F: La Verdad

-Día oscuro, sin contrastes; el sol da alegría a las cosas: las viste de colores y de sombras, les da vida. Como la lluvia, pero la lluvia lo hace en blanco y negro, y el sol, con luz. En días de sol el mundo se nos ofrece encendido, como el escenario donde van a ocurrir cosas importantes, en relieve, invitándonos a vivir, a soñar. Hoy, sin embargo, amanece un día sin sol, lluvioso. Tanto que la lluvia –11:30 horas– llora en los cristales, tal es la cortina de agua inclinada hacia el oeste que tamborilea en ellos. Ayer la televisión ofreció unas imágenes de la huerta de Pliego y Mula, impactantes, demoledoras. En Pliego hubo lluvia, granizo como bolas de tenis, y un tornado aterrador, de esos que, desde el cielo ennegrecido, se van retorciendo, girando como tornillos sobre sí mismos, soltando chispas, hasta llegar a la tierra y arrasar con todo. Ayer Pliego era un lamento: la fruta en el suelo y los arboles mutilados, arrancados de raíz, violentamente, como si hubieran sido plantas de geranio arrancas por una mano perversa. Hace 64 años, también en mayo –el día 13, recuerdo–, hubo una nevada impresionante. Yo estrenaba mi sacerdocio en Pliego, hacía unos meses que había llegado, y todo era novedad para mí. También la nieve, que solo había visto una vez de niño, y que apenas recordaba. Arruinó la cosecha. Ese día supe lo que era llorar con la gente, sentirme amigo, ser comunidad que siente y sufre con el desvalido e indefenso. Supe lo que era ser el otro, estar con el que llora y ríe, y amé más a la gente, como quiere un hijo de familia a hermanos y padres. «¡Todo perdido!», los veía llorar, y yo con ellos. Desde aquel día, Diario, hasta hoy, fui más de Pliego, más de pueblo sencillo y cercano, más de todos (13:20:31).

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