GOTA DE TIEMPO
-Otro mes que añadir a
mi nonagenaria vida. Como dice la Escritura, 90 años son muchos años por los que
dar gracias a Dios, pero a la vez son como una gota de tiempo en el infinito
mar de la eternidad. «Mil años para ti, Señor –dice el salmo 90– /, son como el
día de ayer que pasó…, // son como la hierba, / que brota y florece a la mañana,
/ pero a la tarde se marchita y muere.» De niño me alegraba ver pasar los días:
siempre había algún sueño que conquistar al día siguiente; ahora, de mayor, me
alegra haber llegado a un nuevo amanecer, sin saber si podré llegar a la noche,
y hago planes sólo para el minuto siguiente. De niño era un iluso, soñaba con
aventuras a lo Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín…; ahora sueño con
escribir y no perder la sonrisa, aunque me duelan los huesos, y ser amigo de
Jesús, el que dio su vida por mí. Qué bella historia la de Jesús, dejándose
crucificar por la humanidad descarriada, pecadora. La cruz de Jesús es la nueva
estrella nacida en el firmamento de la misericordia de Dios: a ella miro,
Diario, siempre esperanzado, como el árbol mira a la lluvia. Noventa años: un
soplo en el tiempo.