25 de noviembre de
2018. Domingo.
ABANDONADO
Entre pobres, en el Reino. En Turquía. F: FotvI |
-Domingo luminoso en el
que se habla de un reino, el de la fe. Cristo –se dice– es Rey del Universo. La
fe. Pero rey del universo de la cruz, donde se encuentran su trono, su corona, su
mirada universal pacificadora, interrogadora. «Padre, ¿por qué me has
abandonado?» Es la fiesta, pues, del Cristo abandonado,
que, sin embargo, redime y reina. Su reino no es de este mundo, porque el suyo no
se parece a ninguno de este mundo: su reino es de la cruz. En ella se
recapitulan la paz, la justicia, la verdad, la gracia, la santidad, el amor.
Todo, como en una gavilla. Una fiesta hermosa, atractiva, si la consideramos
desde el punto de vista del pobre, del desplazado, del que es crucificado con
él. «La revolución cristiana –comenta Jorge Bustos, periodista– consiste en un
oxímoron cósmico: postular que el Creador puede nacer en una cuadra. Es decir,
que el poder absoluto equivale a la humildad absoluta». Así Jesús, mirando fijamente
a los que andan por el reino de la pobreza, podrá decir: «Benditos, felices los
pobres». Para continuar: «Porque de ellos es el reino». Día, pues, de un Reino distinto,
estremecedoramente bello, tan cercano que quema, tan coronado de espinas que
duele, y con el Padre, que acerca el oído y escucha, y acoge: «Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu». Y allí estaba el Padre, Diario, firmando este
pacto de amor y esperanza para el reino de la pobreza del mundo, para todos los
caídos de la tierra (18:29:02).