7 de junio de 2020. Domingo.
EL CLAMOR DEL ARTE
Lo que pinta la Naturaleza, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Sobre el cielo azul, unas pinceladas velazqueñas
de nubes blancas. Todo es luz y un poco de melancolía, aunque también azul. Es
una melancolía confiada, que espera la resurrección de la ilusión. Muy de
mañana, antes del alba, el mirlo echaba endechas encendidas de enamorado por su
pico. Luego, según el cielo se ha ido cubriendo, el mirlo ha seguido cantando,
sin importarle el coronavirus. Una buena noticia: el Museo del Prado vuelve a
abrir sus puertas. Esta apertura se ofrece así desde la prensa: «El Museo del
Prado, nuevo y eterno: el arte de volver». Por encima del tiempo, de sus
caprichos, de sus andanadas buenas o malas, de la sucia o limpia política, de
la guerra o la paz, el clamor del arte siempre acaba oyéndose. Aunque esté
dibujado y detenido en un lienzo y parezca sin voz, sin grito, sin embargo clama y se oye, siempre, y en cualquier circunstancia. El arte nos invita a vivir, contemplándolo. El arte
no se arrodilla ante el poder, no tiene ideología, es libre. Contemplar una
obra de arte, Diario, es llenar el espíritu de belleza, de geometría, de pinceladas
de luz, para no perderse y poder volver; el arte es como hilo de Ariadna, que,
si lo sigues, te saca del laberinto, y te enseña el camino de la libertad (18:27:51).