19 de diciembre de 2020. Sábado.
AÑO DE GRACIAS
AÑO DE GRACIAS
-Cae la luz como una antorcha encendida en un campo
de trigo, y al momento todo es un incendio de sol. Sol y azul, y sábado: claridad
expectante; y me digo: «María, madre del Sol». El Sol de Justicia que llueven
los cielos, como rocío, y que anticipó, presagió, el profeta –y trovador– Isaías.
Dijo: «Destilad, cielos, como rocío de lo alto; derramad, nubes, la victoria.
Ábrase la tierra y produzca la salvación». Se abre María y nos trae la
salvación, y con lo nacido de su vientre germina la justicia. La profecía, en
Jesús, se hace esplendor, un Big Bang de amor siempre renovado, con una dimensión
expansiva de salvación que aún hoy sigue irradiando. Lo nacido de María es la
justicia que necesita y por la que clama – entona, hambrea– el mundo. Es la
justicia que viene a igualar todo por arriba, no por abajo, como pretenden
ciertas ideologías destructivas por enfermas y demagógicas, y opresivas. Refiriéndose al que había de venir, dice Isaías: «El Señor me ha enviado para dar la
buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados […], para proclamar un año de gracias del Señor». Son los distintivos, la carta de
presentación de aquel de quien cada año, Diario, celebramos su venida, como Niño
indefenso y coronado de pobreza, y el que, desde los brazos de la fe, da amor, y
necesita, como buen amigo, ser amado; no olvidemos que además de Dios es hombre (12:15:51).