3 de diciembre de 2020. Jueves.
CUCHILLO FRÍO
CUCHILLO FRÍO
-Se ha desplomado el termómetro: 3 grados. Y hace
frío. Muy de mañana, cuando abro los ojos y bostezo, y digo: «Señor, gracias
por el nuevo día», y vuelvo a bostezar y entro en la ducha aterido, el frío se
siente bárbaro y despiadado, como un fino filo de cuchillo frío. Azulado el frío.
Pero enseguida pienso: «¿Y el pobre que haya dormido en un portal, bajo solo
una manta, con un perro al lado y a la fría luz de las estrellas?». Y dejo de llorarme,
de derrotarme, me meto bajo la ducha y ardo de calor. Un calor interior, que
trasciende al exterior y reconforta. Luego, desliándome, hago lo de cada día:
rezo, doy gracias, leo, escribo, pienso –doy gracias –, elijo palabras con las
que llenar los folios, y, dando gracia sin cesar, celebro que el sol entre en
mi estudio y se siente a mi lado y me alivie de este frío, que, a veces, corta
lo que toca. Y que me ayude a escribir. Leo la prensa y, aparte de toda la
cacharrería de la pandemia que a cada instante nos da en los oí dos y nos
aturde, surge una buena noticia: «Abre el primer centro que aloja a mujeres sin
techo, víctimas de la crisis del covid 19». Consejería de Políticas Sociales de
la Comunidad de Madrid. Con esta buena noticia, reirán las estrellas y el furor
de las noches frías se calmará. Los políticos –el ser humano– a veces aciertan,
y, como el rey Midas, Diario, convierten en oro –en humanidad, en justicia, en vuelo de sueños: pueden– lo que tocan; pero solo a veces; otras, son terribles: son
hombres, vulnerables (12:51:43).
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