6 de julio de 2021. Martes.
ME
DETUVE, Y TOQUÉ EL SILENCIO, EN MOLINA
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Leyendo un poema, en el MUDEM, Molina. F: Me detuve. |
-Tres palabras luz: volver, acogida, gracias. Tres palabras que hablan
de camino, de latidos, de gentileza. Ayer volví a Molina, mi origen, mi raíz, donde
todo empezó, y fui acogido con entrañables muestras –latidos– de amistad, a los
que yo correspondí con la gala de mi poesía y mi reconocimiento más verdadero. Gracias,
dije, y digo, como un aleteo de palomas –asombradas– en mi boca. El feliz
encuentro fue en el MUDEM, un espléndido lugar donde se recuerda la historia
antigua, medieval, de la villa, y se va construyendo la gesta de la nueva
cultura. Allí fue la presentación de mi nuevo poemario Me detuve, y toqué el silencio. Que, además, estuvo encuadrado en bellos
y lucientes momentos musicales. Abrió el acto Domingo Hernández García, el
organizador del evento. La Concejala de Cultura, a mi lado, estaba eufórica.
Todo empezó con un estremecedor Adagio
de Albinoni –lo había pedido yo y me lo concedieron–, interpretado al piano por
Alejandro Calvo Cruz y el saxofonista Mario Calvo Ponte. Albinoni es música y
oración, y poesía derramada en el aire, con la que se respira emoción, y paz, y
contemplación. A continuación Paco Illán Vivas hizo un recorrido por mi
dilatada vida literaria, deteniéndose en bellos detalles de amistad, habló
luego el poeta Antonio Marín, y recitó poemas la actriz y poeta Irelfaustina Bermejo.
Para, al final, un servidor, conmovido por tanto regalo y reconocimiento, decir
algo de mis padres Vicente y Francisca, de mis sobrinos Paqui y Javi, allí
presentes, y de Candela. Cuando estoy deprimido, alicaído, con síntomas de
decaimiento, su recuerdo me levanta, pone alas en mi mente y así aleteo por los
sueños, como los incansables y tenaces vencejos. Todo acabó con una Polonesa y un Impromptu de Chopin, interpretados por el jovencísimo pianista molinense
Vicente Prieto Martínez. Y así vivo, acumulando recuerdos, aleteando sueños. Hasta
que doy con el silencio y lo toco, y, en mi silencio, Diario, toco el otro Silencio
–el entrañable– que es Dios. Silencio que siempre responde al silencio de la
contemplación, el que se hace éxtasis en el amor y plegaria sin palabras, o
sigilo trascendente y creativo, con Dios (11:45:00).