17 de agosto de 2022. Miércoles.
ATEO PRÁCTICO
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Dos políticos enfrentados, con púas en la lengua. Torre de la Horadada. |
-Me estoy convirtiendo en un ateo en cosas inútiles, tan práctico, que
me entra miedo de acabar creyendo solo en Dios, y en algún otra cosa de su
derredor. Ateo, pues, de cosas varias (política, economía, estado del
bienestar, democracia, tiranía…), y solo creyente en Dios. El progresismo
seguro que me toma como objeto de sus burlas; pues dirá: esto no es posmoderno
y no cuadra con los postulados del relativismo. Porque según el relativismo hay
que creer en todo para no creer en nada. Se arma la Torre de Babel (aquella
idiotez inmobiliaria con la que se quería tocar el cielo: el rascacielos
primordial), para, al fin, no enterarse de nada. Torre de Babel, o el
batiburrillo lingüístico. Se agita, se mezcla, se revuelve y el guiso no sabe a
nada, y, si de filosofías se trata, se cae en la estupidez de la inercia o
desidia, y aun de la locura. Por el efecto mariposa (voy, vengo, salto de ésta
para libar en aquella otra flor, etcétera), el relativismo lleva al cansancio
intelectual e incluso estético. Y cansadas de ir y venir, las ideas se agotan.
Y, sin ideas, es presumible la decadencia de cualquier cultura, aun las griega
y romana, de entonces, imperecederas sin embargo, a pesar de ellos mismos. Ateo
práctico, pues, en cosas inútiles: como creer que mi voto, en política, puede
solucionar algo. En este país los políticos no vienen a solucionar problemas,
sino a irse a Doñana o a la Mareta, Lanzarote, y reírse a boca llena –y sin
corbata– de todo y todos. Mi próximo voto se lo daré al político que prometa –y cumpla– que si sale presidente no veraneará en Doñana ni en La Mareta, ni mentirá más
de la cuenta, sólo lo justo, que es nada. Dice el libro de los Proverbios, que
hay seis cosas que «odia el Señor», y, entre ellas, Diario, «la lengua
mentirosa», procaz, la lengua en la que abundan las alimañas, el nido de
víboras (12:10:52).