20 de agosto de 2022. Sábado.
NICARAGUA LLORA
NICARAGUA LLORA
-España arde; Nicaragua llora por la persecución contra la Iglesia
Católica emprendida por el régimen comunista de Daniel Ortega, que pasó de
revolucionario a dictador. Las dictaduras normales suelen acabar cuando muere
el dictador; las nacidas de una revolución, casi nunca, pues la revolución se
va autoalimentando hasta hacerse eterna. Ejemplos: Cuba, Venezuela, Nicaragua,
y otros muchos más. Daniel Ortega permanece en el poder 39 años, y no se va
hasta culmine, dice él, la revolución. La revolución es la vida del dictador. Dijo
Emilia Pardo Bazán: «La dictadura es un aria que nunca se convierte ópera». Todo
dictador se ve infalible y, si alguien lo duda, se enfrenta a él. Mons. Rolando
José Álvarez, Obispo de Matagalpa, está
bajo arresto domiciliario. Es el instigador –dicen los sandinistas– de las
manifestaciones que han venido exigiendo la pureza democrática de la república.
En el twitter del Obispado se leía hace dos meses: «La Cruz es inaplazable»; es
decir, la cruz de la persecución es ineludible: hay que dejarse clavar en ella.
Esto bastó para precipitar su arresto. Decía George Orwell, autor de la novela
1984: «Uno no establece una dictadura para salvaguardar una revolución; uno
hace una revolución para establecer la dictadura». Se acusa a Monseñor de haber
«violentado el mandato del amor», con lo que se pretende silenciar su
ministerio: «intrínsecamente unido a la defensa de la dignidad del hombre y su
libertad.» Es lo que hizo Jesucristo en la Cruz, se dejó clavar para enseñarnos
el sublime valor de la dignidad humana. Dios, desde la Cruz, Diario, nos instruye
sobre el valor de la misericordia, la que precede y alienta al amor, la encarnada en Jesús (18:10:48).
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