16 de agosto de 2022. Martes.
EL FUEGO
EL FUEGO
-El calor, como el morder de las carcomas, no cesa.
Y el fuego activo, afanoso, destructivo,
se da cita en los rincones más bellos de
«esta España nuestra», maltratada y encendida. En un día quizá caluroso, dijo Jesús
a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo». El fuego, pues –que
hasta sirvió de templo o escondite de Dios en el Sinaí: ardía sin consumirse la
zarza desde donde hablaba a Moisés–, en la boca de Jesús. El fuego, esa obra de
arte de la naturaleza que el hombre llegó a domesticar, hasta conseguir hacerlo
icono y joya viva en el hogar. El fuego era bárbaro, hasta que el hombre le dio
cobijo en su casa y lo convirtió en amigo. El hombre dio confianza al fuego y
éste le dio calor. El fuego que estaba escondido en el rayo y en la piedra de
sílex, afloró pacífico para el hombre pacífico; luego se convirtió en venganza
cuando el hombre lo puso al servicio de su odio. Pero el fuego también es
símbolo de amor; tal vez por eso, tras decir que ha venido a prender fuego en
el mundo, añade Jesús: «¡Y ojalá estuviera ya ardiendo!». Sólo que tenía que
llegar la cruz para que comenzara a arder la llama viva de ese amor. Desde la cruz –o el amor de Dios
donado, triturado como la uva en el lagar–, el mundo y su historia, Diario, se incendiaron de ese Amor, y en la
extensión de ese fuego amoroso estamos, portándolo en la palabra y en las
vidas, para que el mundo arda en tal incendio de Amor (18:00:34)
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