miércoles, 10 de agosto de 2022

10 de agosto de 2022. Miércoles.
COSA DE ÁNGELES CAÍDOS

Rojo amamanecer hoy en Murcia. Casa Sacerdotal. 

-El sol sale rojo y con signos de furia, está en su tiempo. Los trigos ya han sido segados y el pan asegurado. Pero no quizás el pan de todos, solo el de los ricos, que el pobre bastante tiene con recogerlo y ponerlo en el mercado, para que lo muerda el harto, el bien comido. El epulón de turno. No sé por qué al ir a escribir se me ha ocurrido una maldición, soltar una maldición; pero no lo he hecho, porque recuerdo haber leído que la maldición solo la oye el que la dice y quizá el vecino causa de la maldición; o sólo el que la dice, por no ser a veces la causa el vecino, sino la palabra exacta que no te viene al escrito, o la pluma que, al caer de la mesa, te ha venido a dar en la punta del dedo meñique del pie derecho, tan limitado y frágil, tan poca cosa. Lo cual me ha llevado a la conclusión de que el maldecir, aparte de irritar y acelerar los pulsos, es inútil, y desgasta. También leí que la bendición, además de ti, la oye Dios, y el viento quizá –el que viene de las hojas y del mar, el que se ejercita en hacer volar a las aves– y no agita, sino que sosiega, y da paz, eso que no está ni en la guerra ni en las finanzas; digámoslo claro: ni en Ucrania ni en Wall Street. Me río yo del Ibex 35 y de la batalla de las Navas, y yendo más lejos, del cuadro de las Lanzas o de la novela negra. Por lo que me he dicho: si la bendición me da la paz y me quita de encima la subida de los precios, y las guerras y a Trump y a Biden, y otros miedos, bendeciré y olvidaré la maldición, que es cosa, Diario, de ángeles caídos, de corazones desgarrados (18:01:59).

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