5 de agosto de 2022. Viernes.
EN EL « ¡AY!», Y
EN LA PAZ
Cristo en la Casa de la Virgen María, en el monte Bülbül. Turquía. |
-Leo una encuesta y me deja absorto, con pasmo de liebre sorprendida; en un mundo como el nuestro, donde parece que Dios se ha tomado unas vacaciones entre las gentes del intelecto y la fanfarria, y las del poderío, la encuesta, sin embargo, da a Dios como el nombre más oído de todo lo existente y por existir, de todo lo habido y por haber. Ni Sánchez ni el Diablo, ni su arma letal, el dinero, ni la política: Dios. Una encuesta extraña: Dios, muerto desde Nietzsche, es el nombre, sin embargo, que más se oye. Y en la encuesta se dice que todo lo demás, según decía Coelet (o Salomón), rey de Israel, es vanidad. Una encuesta extraña, pues ha sido hecha, según parece, entre ángeles rebeldes y ateos. Nada de creyentes. Lo singular de la encuesta es que no se ha preguntado para hacerla, sino que se ha escuchado. Se ha ido por ahí escuchando, en el infierno, en la tierra, en sus alrededores. Y lo más escuchado no ha sido ni el sonido del dinero, ni el clamor de la ciencia, ni la desnudez del silencio, ni el estruendo del caos; lo más oído ha sido la palabra Dios, unas veces para alabarlo y las más para ofenderlo; pero ahí está, existiendo y siendo desde la negación o la blasfemia, desde la plegaria, referencia de todas las cosas, como vaho o aliento del mundo, como su centro, y siendo aún grito en el pobre. Dios suena en el «¡ay!» de la desgracia y en la rabia del desesperado, en el «no» y en el quizás, en el misterio y en la duda. Dios, Diario, lo más oído del mundo, lo que más suena, ¿oyes? (17:44:44).
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