15 de febrero de 2018. Jueves.
OÍR EL SILENCIO
Interior iluminado, en Tallín. Estonia. F: FotVi |
-La
iglesia, ayer, se vistió de morado y humilló la cabeza para recibir la ceniza. En
forma de cruz. La ceniza, o la síntesis de lo que fue y ahora no es. O un poco
de polvo entre los dedos. Una mota gris, inquietante, sobria. Y, con la ceniza
en la frente, se dejó oír el silencio. El silencio, o el poderse escuchar uno
así mismo, en su pequeña paisaje íntimo, en su interior, donde se dicen las verdades
y se arruinan las mentiras. Donde no hay rincón donde esconderte de tu propia mirada.
Allí está el espejo de tu conciencia delatándote, diciéndote lo que eres, no
admitiendo guiños mentirosos, ni argucias falsas. Te miras en el espejo de tu
intimidad y bajas los ojos: ahí no hay lugar para la farsa, ni para el guiñol
de feria. «Es tiempo de silencio» -dijo el Papa Francisco-; es tiempo de rechazar
«la necesidad de ser visto por todos, de estar continuamente en cartelera, que
hace olvidar el valor de la intimidad y del recogimiento». Recogerte, o
situarte, Diario, en el punto en que eres tú, sin desviaciones, aun manchado o
iluminado. Recogerte y mirarte, y decirte, totalmente tú (18:50:03)