11 de mayo de 2014. Domingo.
¿CONCIENCIAS
VACÍAS?
Belleza individual, que conforma la belleza universal, en el jardín. F: FotVi |
-Se arracima el dolor y se hace más llanto, a causa del despropósito que
supone la irresponsabilidad y la carencia, cada vez más acusada, de cualquier
atisbo de moral o ética. ¿Será que las conciencias están vacías, sin referencias
lúcidas, adormecidas, sin ninguna creencia en la que estar (Ortega) como oriente o pauta de la vida? Sería terrible un
mundo sin conciencia, en general, pero lo sería más si se hubiese perdido la
conciencia del individuo, la personal, la que conforma el modo de ser de cada
uno y, en el uno, la del todo. Si Cicerón decía que su conciencia tenía para él
«más peso» que la opinión de todo el mundo, es que la conciencia particular e
íntima debe ser nervio y columna para que viva la otra conciencia, la llamada
universal. Sin el uno de cada cereza, sin su individualidad, sin su preciosa y
dulce esfera roja, no se podría formar nunca el todo del racimo, espléndido y
goloso. Sin tu conciencia y la mía, y la de éste y la del más allá, conciencias
sanas y salvas, claras y sabias, no habría (y parece no haberla) conciencia
universal digna. La conciencia universal parece un glacial en descomposición, o
un cubito deshelándose en el vermut de la idiotez. Un tal Víctor Hugo, escritor
francés del siglo XIX, escribió: «La conciencia es la presencia de Dios en el
hombre». Retumbaría entonces, como retumba ahora, esta afirmación en el siglo
de las revoluciones y las increencias, principio de las progresías posteriores,
anoréxicas en casi todo, y más de cualquier espiritualidad o trascendencia. Ya
no se premia la virtud, sino el descoco y la vulgaridad, la mala imagen y el
exabrupto, el barro y no la vasija que de él, en manos del alfarero, podría
nacer. Las palabras ya no dicen, explosionan: las palabras y los gestos y las
acciones, y hasta las miradas, hechas de odio y perversión. La conciencia del
mundo, ¿diga?, ¿qué es eso?, y nadie responde. Aunque pienso, Diario, que si mi
conciencia pesa porque es libre, porque
busca la verdad y la ejerce, y no se encoge ante la injusticia, sino que la
enfrenta y la denuncia, y se une a otras conciencias sanas y salvas, habrá una conciencia
universal sensible a la ética y al buen hacer colectivo, y el mundo será otro,
más nuevo y mejor. Qué solemne me he puesto, ¿o no? (18:53:58).
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