lunes, 14 de febrero de 2022

14 de febrero de 2022. Lunes.
ENCENDER UNA CERILLA

Entre tinieblas, asoma la luz. Casa Sacerdotal. Murcia. 

-Hace tiempo escribía Juan Rubio en “Vida Nueva”, revista de información religiosa: «En un mundo en que las tinieblas afloran, lo que hay que hacer es encender una cerilla. No lamentarse». Aun estando de acuerdo, dudo que, en nuestro mundo, sólo afloren las tinieblas; aflorar es empezar a aparecer, como la primavera en la yema del árbol o la veta de un metal precioso en la entraña de la tierra. Las tinieblas están, y densas; tinieblas de valores y principios, de ideas, y aun de aparentes heterodoxias liberadoras, que a veces sirven para despertar de sus letargos a la ortodoxia; de tal manera que una reforma trae de inmediato una contrarreforma. Lutero –finales del siglo XV– es la chispa que enciende la hoguera de Trento, y así hasta nuestros días. Pero es el caso que no sólo es tiempo de tinieblas que afloren, sino de tinieblas instaladas, institucionalizadas, que calan los huesos. El relativismo, consecuencia de la altivez hedonista del pensamiento de hoy, la virulencia ideológica, los cada vez más desiguales peldaños entre riqueza y pobreza, la corrupción política, la dormición de las conciencias, la encarcelación de la libertad bajo apariencias de más franquicia o independencia, la mentira como vehículo para lograr asentimientos (dorados asentamientos políticos), todo esto es tiniebla. Las tinieblas no afloran, las tinieblas están, y son envolventes, cercadoras, como noches de lobos. ¿Y qué hacer? La idea de la cerilla no es mala: una luz limpia, temblorosa, entronizada en dos dedos de ilusión y esperanza, y guardándola de los vientos afanosos con la otra mano de la fe, hermoso, pero no basta; quizá se necesite otra luz más fuerte, tenaz, poderosa; yo pienso en Jesucristo, todo él llevado y ofrecido sin complejos, como la gran luz (sol de justicia) que salve; y con la cruz de la humanidad pegada a su espalda, que sin cruz, Diario, el Cristo apenas es reconocido; crucificado –o «varón de dolores», según la visión de Isaías– parece más Cristo (11:17:41).

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