5 de febrero de 2022. Sábado.
AL FINAL DEL DÍA
AL FINAL DEL DÍA
Bajo el edredón de las nubes, el sol. Casa Sacerdotal. Murcia |
-Esta mañana
el sol, oculto bajo el edredón de las nubes, no ha dado la cara, pero sí su
luz. La luz es como el silencio, no se oye, pero está. Como está, aunque no se
diga, la palabra en el silencio. La Biblia no grita, pero, si alerta el oído,
se escucha. Si cierras el libro y acercas el oído, oyes la palabra de Dios
fluir como un río de paz y alegría –y bien–, que te invita a beber. Cuando bebo
–leo– la Biblia, rezo, y pongo a Dios en el umbral de mi boca, para decirlo y
para que entre dentro de mí y me haga andar, como dice el salmo 23, «por
caminos de justicia». Justicia, según el lenguaje de la Biblia, es creer las
promesas de Dios. Y creer es tener fe. Hay clínicas abortivas, donde se
sacrifican niños no nacidos; y hay creyentes que, rezando a las puertas de
estas clínicas, intentan evitarlo, diciéndoles a las madres que hay otras
opciones más afables y justas que pueden salvar al niño y a ellas darle la paz;
la paz de quien ha amado y salvado, tras ser avisada, al objeto de ese amor, su
hijo. Pues sucede que partidos que celebran la persecución del contrario
–escraches–, o que protagonizan manifestaciones violentas y actos de acoso al
Congreso, quieren perseguir con la cárcel a manifestantes pacíficos, que sólo desean
rezar a las puertas de estos antros de muerte para advertir y disuadir a las
madres de tan terrible y humillante decisión. Para que, como dice Steve
Maraboli, escritor estadunidense: «Al final del día no haya escusas, ni
explicaciones, ni remordimientos». Al final del día, Diario, cuando se hacen
los recuentos y se llega a la armonía con uno mismo, –y, si es posible, y andando
caminos de justicia–, con Dios (11:43:35).
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