sábado, 14 de mayo de 2022

14 de mayo de 2022. Sábado.
EL ÍMPETU DE LOS SUEÑOS

Dibujando su corzónn en la arcilla, esperando que florezca. F: Googel

-Cuando lo corporal se va inmolando en aras de la edad, se va haciendo más alado e inquieto el espíritu. El cuerpo, con la edad, pierde agilidad, viveza, pero ve crecer, si lo dejas y alimentas, la fortaleza del espíritu, el ímpetu de los sueños. Sueños que, en realidad, son recuerdos reconvertidos, hechos esperanza. Decía André Maurois: «El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza». ¿No habéis visto los almendros? Añosos y con cicatrices, y sin apenas unas gotas de agua durante el año, y, no obstante, cuando atisban la primavera, florecen, se hacen milagro de Dios anunciando la belleza de lo frágil. Tanto la arcada inabarcable de una catedral como la lucecita que parpadea ante el sagrario son belleza en la que Dios pone su dedo, su atención bondadosa y creativa. Recuerdo el día en el que, asomándome por el ventanal de lentes y espejos, de tubos y diafragmas del microscopio, contemplé una gota de agua y descubrí el universo de vida que pululaba en la platina, lugar de encuentro con el misterio de la naturaleza. Entonces pensé absorto: «¡Dios anda por la galaxia de las cosas pequeñas!», y me acostumbré con Leibniz a ver a Dios en la belleza de esas cosas. Pues sin ser Dios esa belleza acuosa, Dios está en ella, alentándola, dándole consistencia. Decía el filósofo escocés David Hume: «No es cualidad de las cosas, sino del espíritu que las contempla». Si eres joven en el espíritu, todo lo verás nuevo y fresco, y florecerán florecillas en el campo de tus ojos, tendrás alegría en tu vejez. Tus ojos, Diario, delatarán tu juventud espiritual, que, con el Espíritu de Dios, renovarán, en ti, la faz de la tierra (12:22:06).

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