10 de abril de 2014. Jueves.
BLANCO Y LIMPIO
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Hielo en Pärnu, Golfo de Riga, en : FotVi |
-Mi viaje a los Países Bálticos ha sido una experiencia (no diré mágica
ni espectacular, porque son palabras tontas de salir del paso del cronista con
prisa y vocación de cursi), pero sí diré (por inesperada y distinta) sorprendente.
Tres son los llamados Países Bálticos: de norte a sur, Estonia, Letonia y
Lituania; agrupados como si fueran hermanos, por hacer síntesis geográfica, pero
desiguales en casi todo. Sólo tienen en común que dan al Báltico, ese mar
interior, joven y poco profundo, de aguas casi dulces, y en el que, sin
llamarse bálticas, se miran otras naciones como Finlandia, Suecia, Polonia,
Rusia, Alemania… El mar Báltico es un mar de una belleza íntima, casi lírica (oda
o poema), tan ensimismado en sí mismo, en su sentimiento está. Por algo, desde
la antigüedad, se le llama Blanco y Limpio, es decir, Báltico. (También se
traduce Justo). Es blanco y es limpio, como el hielo que a veces lo cubre,
sobre todo en sus costas. Yo, a finales de marzo, aún he podido tocar y admirar
ese hielo, que un sol más luminoso que el nuestro, por frío y terso, convertía
en destello y fogata deslumbrantes. Destello y fogata, sin embargo, de tiritona,
como si se tratara de un cubito en un vermut: el sol, el vermut, y el cubito,
incordiando con el frío de sus entrañas, el hielo. Gracias a una huelga de
Lufthansa, llegar a Tallín, capital de Estonia, fue una odisea, sin Ulises,
claro, pero memorable y homérica como aquella. Debíamos embarcar en Barajas,
destino Frankfurt y nos desviaron a Copenhague, con escala en Zúrich, para, en
un avión casi de juguete, desembarcar, al fin, en Tallín. Ocurre que las
huelgas apenas molestan a aquellos contra los que se convocan (la empresa, el
señor de la firma, el de la llave de la caja del dinero…) y mucho, sin embargo,
a los sufridores de a pie. (¡Y, oh, por favor, no estoy contra la huelga, Dios
me libre!). Horas de espera y nerviosismo en aeropuertos, y alguna maleta
perdida en el trayecto, es el resultado de pagar por lo que no tienes culpa. Aunque
la belleza de Tallín, Riga y Vilnius, compensaran luego la demora y los pequeños
dramas de ansiedad sufridos. Los hubo que fueron desviados a Estocolmo y al
Helsinki. Pero como dijo el sabio, Diario, el final feliz compensó por la dura
e incierta caminata, aérea (21:00:13).