14 de diciembre de 2014. Domingo.
ESAS
COSAS
Agua y cielo, en las salinas. San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Anteayer fue un día de caminata y gloria paisajística. Caminar no es lo
mío, aunque inspire y agilice los engranajes de la mente, las piernas y el corazón,
y los sitúe a tono con mi ilusión y ensoñaciones consiguientes. El caminar me
hace joven (con años), pero me resisto a practicarlo. Los años pesan y yo sé
que su fastidiosa gravedad suele aliviarse con el andar frecuente y acompasado.
Camino en un parque, frente a casa, hermoso arriba (las copas de los árboles,
los pájaros, el cielo) y feo, por sucio y roto, abajo. También son objeto de
mis caminatas el bosquecillo y contorno de las salinas de San Pedro, un pequeño
edén, aún, en la costa profanada y malamente agredida. En este edén sólo se
oyen aves y pasos, y el meterse del cielo en el agua, sus reflejos, tan
silenciosos. Esta vez, caminé acompañado de un amigo, Manolo Cuadrado, que,
cada año y cerca ya la Navidad, tiene a bien llegarse y decirme a la cara «¡sé,
feliz!», así, como suena, con voz imperativa y fulminante, y me hace ser feliz.
Caminamos y comimos juntos, es el ritual de cada vez; luego le doy las
felicitaciones de Navidad (Puntos de lectura, le llaman en la imprenta), y
hablamos de proyectos, de los míos y de los suyos, y reímos con risas de
recuerdos: Grecia, Yugoslavia, Sicilia, don Emeterio, su padre, hasta que se van
borrando los recuerdos y nos vamos, él a Mula y yo a la Torre, donde habita mi
soledad con mis cosas pequeñas maravillosas del día a día, como escribir o no
escribir, o ser y estar, con Dios (el otro solitario), o parecerme que no estoy
y estoy, o hablar solo (cosa de locos) y callar…, bueno, todas esas cosas (20:32:26).