1 de abril de 2017. Sábado.
EL METICULOSO ORFEBRE
Esplendor, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Empieza abril, con el mirlo enfebrecido y los árboles
llenándose de esplendor. Hablan los árboles y les contesta el mirlo. Canta la
naturaleza. Ocurren poemas por doquier. Si te pones y escuchas, los oyes. Ya
decía Dante Alighieri que la naturaleza es el arte de Dios. Y, en demasiados casos, el desastre de los humanos. Es
decir, el meticuloso orfebre y el bárbaro destructor. Dios, el orfebre, y el
hombre, el destructor. Escribía el papa Francisco: «No hay dos crisis
separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental».
Encíclica Laudato si. Si la sociedad
se degrada, al tiempo degrada todo cuanto toca. Si nuestro corazón se torna frío,
egoísta, gozador, iletrado, corrupto, insensible, todo lo corrompe, lo pervierte,
lo envicia, hasta su destrucción. Lo decía, con tristeza infinita el Papa
Francisco: «Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia
humana», y «tenemos una sola casa en común». Casa común en la que están la luz, el árbol,
el desierto, el ave, el manantial, el ínfimo y grande animal, las mareas, los acantilados,
los corales, la inmensas montañas, las humildes colinas, el mar, las islas
innumerables, y tú, Diario, y yo, y el silencio, donde hay escondidas tantas
cosas, dichas y no oídas, o escuchadas aunque no se hayan dicho, y que están deseando
ser voceadas y celebradas: eso si -antes- no las destruimos (20:01:22).