17 de octubre de 2019. Jueves.
PROTESTA
La belleza que se nos va, en Salinas de San Pedro del Pinatar- F: FotVi |
-Digo Cataluña y se me
hace una nube de llanto en los ojos. Como si me echaran gas lacrimógeno a la
cara. Es un llanto silencioso, sin apariencia de llanto, pero muy triste, real.
Me duele Cataluña. Ayer viajé a Torre de la Horadada, por asuntos personales, y,
al contemplar el desastre del Mar Menor, me ocurrió algo parecido. Son el
desplome de los sueños, de las fantasías, el tocar la nada con las manos. Mucho
turismo, una agricultura desbocada, y una mala gestión de los recursos. Y los
peces muriéndose en la playa, artificial. Y no de risa. Es su modo de protesta
por la insidia del ser humano, por su falta de conciencia cívica. En las playas
del Mar Menor no quedan más que hedor y muerte, y el desastre de una gestión
fallida. Parecen cumplirse aquí los versos de Baudelaire, en Las Flores del Mal: «Ella ignora el
infierno y el purgatorio ignora, / y mirará por eso, cuando le llegue la hora,
/ la cara de la muerte en tan duro momento, / como un niño: sin odio, sin
remordimiento». Ella, la mar, el pez indefenso, a los que le ha llegado la
hora, morirán como un niño: sin odio, ni remordimiento, pero yo, Diario, en
nombre de mis vecinos, me estaré muriendo de vergüenza (13:17:34).