30 de mayo de 2021. Domingo.
MÁS LUZ EN LA CLARIDAD
-Hoy, día de la Trinidad, rezamos por los que rezan (pro orantibus): es
un intercambio en el que la luz se hace más luz en la claridad. La oración es
luz porque esclarece, ilustra, bruñe la santidad. En la oración, todo lo
oculto, se hace diáfano, asequible, posible. Dios se nos da en las palabras y
en la contemplación. Quien reza enciende una vela, incesante, a Dios. Una vela
de gracia, por la que se hacen preguntas y, a veces, se hallan respuestas. Rezar
es llenar la boca de la presencia de Dios. Cuando digo: «¡Oh, Dios!», mi boca
es un sancta sanctorum (lugar de lo
santo) donde cabe la Trinidad de Dios; es decir, caben el Origen, el Padre; la
Redención, el Hijo; el Aliento, el Espíritu Santo. Todo unido, ensamblado, por
el Amor. Declara el Concilio VI de Toledo: «Nuestro Dios es uno solo, pero no solitario». Vive en una trinidad de personas, unidas en su
naturaleza, por el Amor. Hoy la iglesia reza –rezamos– por los contemplativos.
Para San Juan de la Cruz el contemplativo es el que se «recoge en Dios», donde
«el alma se pacifica y fortalece», y se muestra en sus obras, que son «la
expresión de su vida». La vida contemplativa es «un divino sosiego en la paz»,
pero laborando, trabajando, ejerciendo. Los monjes benedictinos tienen como
lema en sus vidas: «Ora et labora». Reza y trabaja: insinuación de San Benito
en su Regla: «Son verdaderamente monjes si, además de la oración, viven del
trabajo de sus manos». Es decir, rezar por los que rezan y trabajan, para que
el mundo no quede huérfano de Dios y pueda seguir llamando a la puerta de su
misericordia, quedando constancia, Diario, de que está y escucha, y sigue
amando (13:11:45).