16 de agosto de 2021. Lunes.
HERMANA MADRE TIERRA
HERMANA MADRE TIERRA
-Otra vez Haití; otra vez la tragedia. ¿Otra vez, como en Auschwitz, «el
eclipse de Dios»? (Reflexión de Reyes Monforte en su libro Postales del Este) ¿Dios se eclipsa, o es el hombre –libre, sin
ataduras– el que pretende eclipsar al Dios que, en ocasiones, rechaza u olvida?
Un terremoto es un acontecimiento natural, que se rige por leyes físicas y sacude
la tierra brusca y repentinamente. El movimiento sísmico obedece a las mismas
leyes que el movimiento físico de los cuerpos. Es como la respiración de la
tierra, es su vida. Cuando respiramos, nuestro cuerpo sufre pequeñas
convulsiones, que nos dicen que somos, que estamos, que existimos: absorbemos
aire puro y lo expelemos modificado, retocado, y así una y otra vez. «Loado
sea, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra», canta San Francisco de Asís.
Loado sea. ¿Dónde está Dios cuando ocurren estas desgracias inesperadas, tan de
muerte? ¿Eclipsado? Dios está donde estaba Jesús, en el que sufre: en el
leproso, en el ciego, en el caído en el camino, en el crucificado, en el traspasado
por la lanza de la injusticia. Dios está en las manos de la monjita que asiste,
en las del médico que cura, en las que dan un vaso de agua, en los labios que
contagian de sonrisas el llanto. Dios se mueve, Diario, en el amor hecho
bisturís, o gasa que corta hemorragias, o en la sorpresa de la fe, que siempre
sale al encuentro del desvalido, del que anda falto de ternura, falto de
acogida, del «descartado» (11:01:53).